UN
MOMENTO CON DIOS
Un
cambio verdadero
“Me devolvieron el dinero. ¡Aquí está en mi costal! Entonces se les desplomó el
corazón y, temblando, se decían unos a otros: ¿Qué nos ha hecho Dios?” (Génesis 42.28)
Generalmente
aparentar algo será más sencillo que realmente ser o tener aquello que
aparentamos. Los seres humanos nos hemos hecho expertos en las apariencias,
podemos tener el corazón lleno de problemas pero sonreímos todo el tiempo,
guardamos rencores dentro de nosotros que ocultamos tras comportamientos
amigables, nos vestimos tratando de aparentar un nivel económico que no tenemos
e incluso dentro de la vida cristiana desarrollamos maneras de actuar con las
que hacemos creer a otros que llevamos una buena relación con Dios cuando en
realidad muy esporádicamente nos detenemos a dedicarle tiempo a Él y a su
Palabra. Nos esforzamos por cambiar nuestras maneras de actuar, pero mantenemos
nuestro corazón lejos de Dios, invertimos recursos y energías en cortar con
malos hábitos y adicciones, pero no vamos a la fuente de la verdadera libertad
a reconocer nuestra condición y entregarnos a Él.
Un
cambio verdadero siempre lo inicia Dios y lo hace desde adentro de nuestro
corazón, en la raíz de quienes somos, en lo más profundo de nuestro ser, justo
allí donde hemos guardado nuestros dolores, miedos y vergüenzas del pasado.
Donde más densa es nuestra oscuridad es donde su luz comienza a brillar.
Dios
quiere nuestro corazón para sanarlo, restaurarlo y ¡resucitarlo! a una nueva
esperanza. Conforme nuestro corazón vaya conociendo su amor irá siendo libre y
un cambio genuino avanzará sobre nuestra vida y como consecuencia natural
también sobre la de todos los que nos rodean.
Los
hermanos de José llevaban muchos años cargando con una pesada culpa en el
corazón, cuando uno lee la historia de cómo vendieron a José como esclavo
llenos de odio en el corazón pareciera que nunca lo iban a extrañar y que
dejarían ese evento atrás pero lo cierto es que ante las situaciones de presión
y peligro como la que estaban enfrentando cuando el gobernador de Egipto los
acusó de espías lo primero que salía de su interior era: “Es obvio que estamos
pagando por lo que le hicimos hace tiempo a José. Vimos su angustia cuando
rogaba por su vida, pero no quisimos escucharlo. Por eso ahora tenemos este
problema”.
Hoy en
día mucha gente camina cargando pesadas valijas llenas de culpa, no se perdonan
por los errores que cometieron en el pasado y ante las situaciones de presión e
inseguridad los puedes escuchar repitiéndose una y otra vez un “speech” o
diálogo interno que ya se saben de memoria debido a tantas veces que se lo han
dicho a sí mismos.
Pero… ¿quién
provoca esas situaciones de presión? ¿no es Dios quien está detrás de todo lo
que sucede en nuestra vida? ¿será que Él está tratando de que toda esta
suciedad salga de nuestro corazón para que su sanidad y restauración empiece?
¿estaremos bloqueando la limpieza de nuestro ser y la libertad de Jesús con
nuestra falta de confesión de pecados recubierta de auto compasión?
Porque
una buena manera de detener a un culpable de confesar sus pecados es hacerlo
creer que él es una víctima de las circunstancias y el diablo sabiendo esto
añade a nuestra culpa esta auto compasión para asegurarse de mantenernos
lejos de Dios.
Un
cambio verdadero ¡inicia en el corazón! Sucede desde adentro hacia afuera,
desde tu corazón hacia el de los demás.
¡Demos
todo nuestro corazón sin reservas a Dios! Confesemos nuestros pecados y apartémonos,
no solamente de lo que nos hace pecar sino también apartémoslo de nuestra
mente. Y experimentaremos la paz que trae el sentirse perdonado por Dios.
Dios
les bendiga abundantemente.
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