UN MOMENTO CON DIOS
Nacimos para volar alto
“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento”. (2 Corintios 2. 14)
Cierto día un hombre caminaba
por el bosque y encontró un polluelo de águila. Al verlo desprotegido decidió
llevárselo a su casa y lo puso en un gallinero. Estando allí, el polluelo
aprendió a comer la misma comida que las gallinas y a conducirse como ellas. Un
día, un hombre experto en zoología pasó por allí y le preguntó al propietario
del gallinero, por qué tenía un águila encerrada en el corral.
Como le he dado la misma
comida y siempre ha estado entre las gallinas, nunca ha aprendido a volar,
respondió el propietario. Se comporta como ellas, así que ya no es un águila si
no una gallina más.
Sin embargo, insistió el
zoólogo, es un águila y tiene instinto de volar, y con toda seguridad, se le
puede enseñar a hacerlo.
El zoólogo tomó en sus brazos
suavemente al águila, y le dijo: Tú perteneces al cielo, no a la tierra, no
eres gallina. Abre tus alas y vuela. El águila, sin embargo, estaba confundida
y al ver que las gallinas comían, saltó y se reunió con ellas nuevamente.
Al día siguiente el zoólogo
llevó al águila al tejado de la casa y la animó, diciéndole de nuevo: Eres un
águila, abre las alas y vuela. Pero el águila saltó una vez más en busca de la
comida de las gallinas.
El zoólogo se levantó temprano
al tercer día y sacó al águila del corral y la llevó a una montaña. La elevó
directamente hacia el sol. El águila empezó a temblar, a abrir lentamente las
alas y, finalmente, con un chillido triunfante, voló, alejándose en el cielo.
Al ver nuestro pasado o el
pasado de nuestros padres, pensamos que nuestra vida debe ser de la misma
forma, sumergida en aquellas cosas que nos detiene a salir adelante
posiblemente ha sido una cadena de pobreza y dolor, creyendo que nunca
llegaremos a triunfar en la vida. Tomamos las mismas actitudes, el mismo
pensamiento de negatividad el cual nos hace recaer en la misma forma de vivir y
nos ciega a ver más allá de lo que Dios nos puede llegar a dar. Esa ceguera
impide que nuestra fe actúe y el poder de Dios se manifieste en nuestra vida.
Dios como un buen Padre lo que
espera de nosotros es que triunfemos en cada área de nuestras vidas. Que nada
nos detenga y podamos vivir de la mejor manera cada día. No viviendo con la
mirada baja viendo las circunstancias si no viendo al cielo con la fe puesta en
él y llegar mucho más allá de lo que los demás han llegado. Este día pongamos
nuestra mirada en el cielo.
Dios les bendiga
abundantemente.
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