martes, 2 de abril de 2024

Un momento... El pecado cauteriza la conciencia

 


UN MOMENTO CON DIOS

El pecado cauteriza la conciencia.

“Todos ellos son pecadores y están llenos de maldad. Se alejaron de mí, que soy el Dios de Israel; ¡me abandonaron por completo!
Han sido tan rebeldes, y los he castigado tanto, que ya no les queda un lugar sano. De pies a cabeza están cubiertos de heridas. Nadie se las ha curado ni vendado, ni les ha calmado los dolores con aceite. ¡Se han quedado sin fuerzas!” (Isaías 1. 4 – 6)



Isaías significa “la salvación del Señor”; nombre muy apropiado para este profeta que habla tanto de Jesús el Salvador y su salvación.
El pueblo elegido de Dios no sabía o no consideraba, que ellos debían su vida y su bienestar, al cuidado y bondad paternal de Dios. ¿Cuántos se descuidan en los asuntos de su alma? 
No considerar lo que sabemos de las Escrituras, nos daña tanto, como desconocer por ignorancia. 
La transgresión de la Ley era universal, era lo normal en ese momento. 
Aquí hay una comparación tomada de un cuerpo doliente y enfermo. La enfermedad amenaza ser mortal. Desde la planta de los pies a la cabeza, desde el campesino más bajo, al mayor de los nobles, no hay salud, ni vida espiritual, porque esa es la salud del alma. Nada, sino culpa y corrupción. 
Este pasaje declara, la depravación total de la naturaleza humana. Mientras el pecado persista sin arrepentimiento, nada se hace para sanar tales heridas y evitar sus efectos fatales.
Jerusalén estaba expuesta y desprotegida, como las chozas o refugios edificados, para guardar fruta madura. Esto aún se ve en el Oriente, donde la fruta, constituye gran parte, de la comida de la gente, en las distintas estaciones del año.
Pero el Señor tenía un pequeño remanente fiel en Jerusalén. 
Es por la misericordia de Jehová, que nosotros no somos consumidos. La naturaleza pecaminosa está en cada uno de nosotros, sólo Jesús y su Espíritu santificador, pueden restaurarnos la salud espiritual.
Mientras el pueblo de Judá siguiera pecando, no tendría la ayuda de Dios y estaría aislado. 
Cuando se sienta solo y separado de Dios, recuerde que Él no lo abandona. Nuestros pecados son los que nos separan de Dios, la única cura segura, para esta clase de soledad, es la restauración de las relaciones con Dios, mediante la confesión del pecado, la obediencia a sus mandatos y la comunicación regular con El.
Dios les bendiga abundantemente.

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