UN MOMENTO CON DIOS
Las promesas de Dios nos
sostienen.
“Vendrán orando y llorando. Yo los llevaré a corrientes de agua, por un camino llano, donde no tropiecen. Pues soy el padre de Israel”. (Jeremías 31. 9)
Los problemas estarán siempre presentes,
mientras vivamos en este mundo lleno de pecado. Pero como cristianos contamos
con la ayuda incondicional de nuestro Padre Eterno. Sin embargo, es necesario
aprender a confiar en esta promesa, porque las cosas no serán siempre
fáciles.
Hay pruebas que nos harán
llorar y la desesperación puede sacudirnos cuando no logramos ver una salida
inmediata. Pero es ahí, en medio de la angustia, cuando debemos aferrarnos a la
fe.
Cuando los discípulos iban en
la barca con Jesús, y una tormenta golpeaba el bote, ellos tuvieron miedo y por
un instante olvidaron que el Hijo de Dios estaba a su lado. Cuando Jesús
despertó habló a las aguas y estas se calmaron.
No nos desesperemos, confiemos
en Dios y sus promesas. A veces sus respuestas tardan o quizás al final su
voluntad no sea exactamente como esperábamos. Pero si ponemos nuestra vida en Sus
manos, tengamos fe de que todo lo que suceda es para bien.
Después de todo, el
sufrimiento solo acabará cuando entremos por fin en la Tierra Prometida y este
mundo lleno de maldad haya quedado atrás. Mientras tanto, confiemos en
las promesas de Dios y tendremos calma
en medio de la tempestad.
Dios les bendiga
abundantemente.
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