lunes, 15 de abril de 2024

Un momento... Dios está siempre a nuestro lado

 


UN MOMENTO CON DIOS

Dios está siempre a nuestro lado

 

“El Señor ha escondido su rostro del pueblo de Jacob, pero yo esperaré en él, pues en él tengo puesta mi esperanza”. (Isaías 8. 17)

 

Es fácil adorar a Dios cuando las cosas van bien en nuestra vida, cuando tenemos comida, amigos, familia, salud y situaciones felices.

Pero las circunstancias no siempre son agradables… ¿Cómo adoramos a Dios entonces?

¿Qué hacemos cuando Dios parece que está a un millón de kilómetros de distancia?

El nivel más profundo de adoración es alabar a Dios a pesar del dolor, agradecer a Dios durante una prueba, confiar en Él cuando somos tentados, rendirnos mientras sufrimos y amarlo, cuando parece distante.

Las amistades son a menudo probadas por la separación y el silencio; estamos ausente por la distancia física o somos incapaces de hablar. En nuestra amistad con Dios, no siempre nos sentiremos cerca de Él.

Tenemos que entender que cualquier relación implica momentos de cercanía y momentos de distancia, en una relación con Dios, por muy íntimo que sea, el péndulo oscilará de un lado al otro.

¡Ahí es cuando la adoración se hace difícil…!

Para madurar nuestra amistad, nuestra comunión con Dios, sentiremos durante las pruebas algunos períodos de aparente separación, momentos en los que parece que nos ha abandonado u olvidado. Dios se siente como a un millón de kilómetros de distancia.

David probablemente era el que tenía la relación de amistad más cercana con Dios. Dios se complació en decir “un hombre conforme a mi propio corazón”  (1 Samuel 13. 14 y Hechos 13. 22)

Sin embargo, a menudo David se quejaba de la aparente ausencia de Dios:

“Dios mío, ¿por qué te quedas tan lejos?, ¿por qué te escondes de mí cuando más te necesito?” (Salmos 10. 1)

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos cuando gimo por ayuda?” (Salmos 22. 1)

Por supuesto, Dios realmente no había dejado a David y Él no nos dejará. Él ha prometido repetidamente: “Nunca te dejaré ni te abandonaré” aún en nuestros peores momentos. Dios es bueno y no causará mal ni hará el mal.

No olvidemos la verdad de que Dios siempre, siempre trabaja para nuestro bien. Él nos ama profundamente y nunca dejará de actuar por nosotros, incluso cuando no entendamos sus caminos, porque lo que es oscuro para nosotros no es oscuro para Él. Es posible que no recibamos el final que elegiríamos, pero podemos elegir confiar en el Dios que quiere lo mejor para nosotros.

En épocas dolorosas, podemos sacar esperanza y fortaleza. En lugar de apartarnos de Jesús, podemos correr hacia Él y confiar nuestro dolor y decepción en Sus manos llenas de cicatrices. Podemos rechazar la mentira del enemigo de que la alegría nunca volverá.

“Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca.” (Salmo 34. 7)

Cerremos los oídos al desánimo que nos dice: no luchemos, ni al fracaso que nos dice: no lo intentemos. Dios nos dice: “no te rindas que yo estoy a tu lado”.

Dios les bendiga abundantemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario