UN MOMENTO CON DIOS
Pies y corazón limpios.
“Entonces les dijo: ― ¿Entienden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues, si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes.” (Juan 13. 12 – 15)
Israel, en la época de Jesús era
una tierra polvorienta, y los pies calzados con sandalias se ensucian yendo de
un lado a otro. En la antigüedad, la persona que entraba en una casa se quitaba
las sandalias y se lavaba los pies. O si los dueños de casa eran ricos, los
sirvientes eran quienes se los lavaban. Ésta desagradable pero necesaria tarea
le tocaba al sirviente que tenía la jerarquía más baja en la casa.
Imaginemos la sorpresa de los
discípulos cuando el Hijo de Dios tomó el papel de un humilde sirviente para
arrodillarse a lavar sus pies. La necesidad de este servicio era enorme, ya que
habían estado viajando por un tiempo. Pero nadie se había ofrecido para hacerlo.
Pero Jesús hizo algo más que
cubrir una necesidad: dio una lección. Como Él explicó: “Les he puesto el
ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes” (Juan 13.15)
Algunas iglesias han
interpretado erróneamente esto, haciendo del lavado de pies una ordenanza. Pero
uno puede limpiar la piel de otra persona, sin pensar en el significado de la
acción de Cristo.
En realidad, la acción en sí
no es el punto principal; la actitud es lo que cuenta. Cristo desea que estemos
dispuestos a humillarnos para servir a los demás. Él está buscando hombres y
mujeres que dejen de lado el orgullo, la posición y el poder para hacer lo que
sea necesario, dondequiera que haga falta, y en favor de quienes necesiten
ayuda.
Jesús realizó sus más grandes
y humildes actos de servicio en menos de veinticuatro horas. Lavó pies sucios,
usando las dos manos que serían traspasadas por los clavos el día siguiente.
La enseñanza aquí es que toda
tarea que Dios nos da es importante para Su reino.
Dios les bendiga abundantemente.
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