viernes, 2 de diciembre de 2022

Un momento... Buena disciplina

 


UN MOMENTO CON DIOS

Buena disciplina. 

 

 “Y han olvidado ya lo que Dios les aconseja como a hijos suyos. Dice en la Escritura: «No desprecies, hijo mío, la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a quien él ama, y castiga a aquel a quien recibe como hijo.»”  (Hebreos 12. 5 – 6)

 

Para obtener una comprensión más profunda de la naturaleza amorosa de la disciplina de Dios, tratemos de recordar nuestra propia infancia. Tal vez escuchamos decir a uno de nuestros padres: “Esto me duele más a mí que a ti”.

En ese entonces, es posible que no apreciáramos ni creyéramos esas palabras. Ni comprendiéramos el verdadero significado hasta que nos convertimos en adultos.

La disciplina es dolorosa, tanto para el destinatario como para el administrador, pero los beneficios superan al sufrimiento.

Los buenos padres aman a sus hijos lo suficiente como para mirar más allá de su comodidad inmediata y trabajar en función de una meta más beneficiosa a largo plazo: la transformación de jóvenes necios y egocéntricos en adultos sabios y amorosos.

El Padre Celestial trabaja de la misma manera para ayudar a Sus hijos a madurar. La disciplina divina es una parte necesaria del proceso, y una expresión de Su amor y bondad.

Aunque Dios conoce los medios más efectivos para disciplinarnos, el resultado es influenciado por nuestras actitudes. Podemos elegir someternos y ser capacitados por Él, o rebelarnos y desperdiciar la oportunidad de crecer en semejanza a Cristo.

Dios siempre busca nuestro bien, pero cuando elegimos nuestro propio camino, rechazamos lo mejor y entristecemos su corazón.

Si no alineamos nuestros pensamientos con la verdad de las Escrituras, el dolor y el sufrimiento de la disciplina divina pueden producir el fruto de una actitud amarga, un corazón airado y una visión distorsionada de Dios.

De manera que, confiemos en la voluntad perfecta del Padre Celestial y dispongámonos a aprender. ÉL producirá el fruto de la justicia en nuestra vida.

Dios les bendiga abundantemente.

 

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