CADA
DÍA CON DIOS
Sanidad
del Corazón
La única forma que tenía el pueblo de Dios para presentarse limpio delante de Dios era circuncidándose físicamente.
La
antigua generación había muerto en el desierto por esta razón Dios exigía que
las nuevas generaciones también se circuncidaran. Josué 5. 2 “En aquel
tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la
segunda vez a los hijos de Israel.”
Nadie
podía pertenecer al pueblo de Dios sin estar circuncidado, debajo
del prepucio es donde se alojan todo tipo de bacterias.
Hoy
Jesucristo no nos obliga a circuncidar nuestro prepucio, hoy en día lo que
debemos circuncidar es nuestro corazón. Deuteronomio 10.
16 “Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis
más vuestra cerviz” No hay peor bacteria que el odio, la venganza, la
mentira. Etc.
El
circuncidar el prepucio era un asunto de sanidad que posiblemente en ese tiempo
el pueblo de Dios no lo podía entender.
Hoy
circuncidar nuestro corazón también es un asunto de sanidad, sanidad
interior para que se refleje en sanidad del cuerpo de manera exterior.
La
artritis, la gastritis, dolores de cabeza y muchas otras enfermedades son
consecuencias de las cosas que guardamos en nuestro corazón.
Si
queremos tener una muy buena relación con Dios y con nuestros semejantes o
personas que están a nuestro alrededor es necesario que aprendamos a
circuncidar nuestro corazón.
Que
cosas es necesario arrancar de nuestro corazón
1. La
falta de perdón. Mateo 5. 44 “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos,
bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por
los que os ultrajan y os persiguen” La falta de perdón envenena el alma.
Debemos
perdonar de manera constante. Mateo 18. 21 - 22 “Entonces se le acercó Pedro y
le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?
¿Hasta siete?, Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta
veces siete.” Todos los días debemos estar dispuestos a perdonar.
Todos
los seres humanos estamos expuestos a ofender a los demás. Santiago 3. 2
“Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es
varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.” Ya que todos
los días ofendemos y nos ofenden debemos perdonar siempre.
Todos
ofendemos porque hablamos o porque no hablamos, porque hacemos o porque no
hacemos, los seres humanos somos sensibles en todo.
2. La
envidia. La envidia es causante de nuestro fracaso. Salmos 73. 2 - 3 “En cuanto
a mí, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos, Porque tuve
envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos.” las personas
que sufren por el progreso de los demás, se descuidan
de sí mismo.
Las
personas envidiosas no disfrutan lo que tienen por estar anhelando lo
de otros y esto hace que vivan en infelicidad.
La
Clave para no sentir envidia y ser feliz es estando contentos con lo que
se tiene. 1 Timoteo 6. 8 “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos
contentos con esto.”
3. La
amargura. Efesios 4. 31 “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira,
gritería y maledicencia, y toda malicia.” La amargura enferma
el corazón.
Un
corazón enfermo con amargura hace que el rostro se torne feo, la alegría en el
corazón embellece el Rostro. Proverbios 15. 13 “El corazón alegre
hermosea el rostro; Mas por el dolor del corazón el espíritu se
abate”
El
alegrarnos cada mañana es nuestra decisión. Salmo 118. 24 “Este es el día que
hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él.” Nosotros decidimos como queremos
vivir cada día, de la forma como nos sentimos es como vivimos.
Todos
aquellos sentimientos que dañan nuestra forma de vida es necesario arrancarlos
de nuestro corazón. Recordemos nuestra boca habla lo que hay en
nuestro corazón.
Dios
les bendiga abundantemente.
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