SER UNA MUJER VIRTUOSA ES POSIBLE
“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”.
(Proverbios 31. 10)
Desde el inicio se nos muestra cuán difícil es para el hombre hallar una mujer así, y para la mujer, ser así. Una mujer de este talante vale su peso en oro, literalmente en piedras preciosas.
Su esposo entiende cuanto ella vale, y confía plenamente en sus capacidades, ya que ella ha demostrado ser merecedora de toda confianza por la inalterable lealtad que tiene hacia a su esposo y sus intereses. Esta confiabilidad ella la ha ido ganando a pulso, a través del tiempo, y continúa en crecimiento. Además ha demostrado ser capaz de aumentar la prosperidad de él en el frente del hogar. El dinero que él le da y el que ella gana lo invierte bien, obteniendo ganancias que en el terreno económico traen seguridad a la familia.
Para ella, trabajar con sus manos es un placer: no teme “ensuciarse las manos”. Trabaja no solamente con diligencia, sino también con buena voluntad, sabiendo que sus esfuerzos están bien empleados. No hace las cosas porque la obligan, sino porque desea hacerlas.
Su motivación es el amor que le tiene a su esposo, a sus hijos y a su hogar, por lo que se siente feliz haciendo lo que hace.
En ocasiones sus ocupaciones la alejan de casa, pero no por eso descuida sus deberes ni abandona a su familia.
Como todo ser humano, se cansa, pero saca fuerzas de donde puede para proseguir.
Es una mujer precavida, que no espera a que llegue el invierno para pensar en mantener caliente a su familia: se anticipa a las necesidades, y nunca se encuentra con que algo le falta.
Es una mujer reconocida por sus cualidades, entre las cuales se encuentra el honor, la fuerza, la sabiduría, la previsión, la clemencia, y la toma de decisiones acertadas, además de muchas otras ya mencionadas.
Su esposo y sus hijos la alaban, se sienten orgullosos de ella, y la aman por lo que es y la aprecian por lo que vale.
Pero el secreto de todo su valor es que su corazón está cimentado en una relación con DIOS, a quien reconoce como la fuente de todo lo que ella tiene y todo lo que ella es. Es este reconocimiento de quién es el Señor el que permite que ella se comporte como una mujer verdaderamente virtuosa, porque su virtud está íntimamente ligada con el Poseedor de todas las virtudes.
La vida de ella solamente es una demostración de lo que el conocimiento personal de DIOS puede hacer en una persona que está dispuesta a vivir su vida como Él quiere que la viva.
Una mujer así vale más que las demás porque su atención no está en las cosas materiales ni en su propia hermosura, sino en agradar al Señor.
No es imposible ser como ella, antes bien, está al alcance de toda mujer que ponga a DIOS en primer lugar en su vida, y acomode el resto de sus prioridades alrededor de Él, en el orden correcto de acuerdo al diseño de DIOS.
Dios les bendiga abundantemente.
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