UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
CUIDA LO QUE DICES
“El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina”. (Proverbios 13. 3).
¿Cuántas veces hemos dicho: cómo pude haber dicho esto o aquello? Controlar nuestra boca no es cosa fácil. La Biblia está llena de advertencias sobre ella. Nos previene sobre lo destructiva que es y lo indomable que puede llegar a ser. Nuestra boca puede provocar nuestra propia ruina si no aprendemos a entregarla a DIOS. Nuestra boca debe ser controlada por nosotros y no al revés.
Aquello de lo que hablamos, dice la Biblia que es lo que tenemos en el corazón.
¿Estamos criticando? ¿Juzgando? ¿Mintiendo? ¿Utilizando groserías?
¿Cómo hablamos?
Seguramente cuando éramos pequeños nos corrigieron sobre lo que debíamos o no decir. Pero no creo que nos hayan advertido sobre lo destructivo que puede ser el no controlar nuestra lengua. Me parece que muy pocas personas entienden y aceptan que al cuidar nuestra lengua protegemos nuestra vida y al no hacerlo provocamos nuestra propia ruina.
¿Por qué no hacemos un compromiso y entregamos nuestras palabras a DIOS?
Qué mejor que hablar lo correcto. Qué mejor que cada vez que digamos algo sea constructivo, promovamos la gracia y amor de DIOS.
Esto no significa que vamos a tener que cambiar nuestro tono de voz o las palabras que utilizamos hablando fingidamente. ¡NO! La transformación que DIOS quiere no va por ese camino sino por el lado de entregar aquello de lo que hablamos no dejando que nuestra lengua nos controle y sea ella quien decida lo que habremos de decir.
Pensemos en aquellos momentos en los que no controlamos nuestra boca y las consecuencias que se derivaron de ello.
Todos hablan, pocos controlan lo que dicen. La lengua debe ser controlada.
Para poder controlar nuestra boca, debemos analizar nuestra forma de hablar. Debemos meditar en cómo nos dirigimos a las personas, cómo expresamos nuestras inconformidades y nuestras diferencias, cómo le hablamos a nuestros superiores y a aquellos a nuestro cargo, cómo le hablamos a nuestros seres queridos cuando estamos contentos y también cuando estamos enojados, cómo contestamos cuando nos lastiman o molestan. En general, meditar en lo que sale de nuestra boca en cualquier circunstancia.
DIOS nos dice a través de este proverbio que no controlar nuestra lengua traerá ruina a nuestra vida.
Es probable que, ya hayamos experimentado parte de esa ruina por no haber controlado nuestra boca en algún momento.
Aprendamos de este proverbio y comencemos a poner control sobre lo que decimos y protejamos nuestra vida.
Dios les bendiga abundantemente.
CUIDA LO QUE DICES
“El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina”. (Proverbios 13. 3).
¿Cuántas veces hemos dicho: cómo pude haber dicho esto o aquello? Controlar nuestra boca no es cosa fácil. La Biblia está llena de advertencias sobre ella. Nos previene sobre lo destructiva que es y lo indomable que puede llegar a ser. Nuestra boca puede provocar nuestra propia ruina si no aprendemos a entregarla a DIOS. Nuestra boca debe ser controlada por nosotros y no al revés.
Aquello de lo que hablamos, dice la Biblia que es lo que tenemos en el corazón.
¿Estamos criticando? ¿Juzgando? ¿Mintiendo? ¿Utilizando groserías?
¿Cómo hablamos?
Seguramente cuando éramos pequeños nos corrigieron sobre lo que debíamos o no decir. Pero no creo que nos hayan advertido sobre lo destructivo que puede ser el no controlar nuestra lengua. Me parece que muy pocas personas entienden y aceptan que al cuidar nuestra lengua protegemos nuestra vida y al no hacerlo provocamos nuestra propia ruina.
¿Por qué no hacemos un compromiso y entregamos nuestras palabras a DIOS?
Qué mejor que hablar lo correcto. Qué mejor que cada vez que digamos algo sea constructivo, promovamos la gracia y amor de DIOS.
Esto no significa que vamos a tener que cambiar nuestro tono de voz o las palabras que utilizamos hablando fingidamente. ¡NO! La transformación que DIOS quiere no va por ese camino sino por el lado de entregar aquello de lo que hablamos no dejando que nuestra lengua nos controle y sea ella quien decida lo que habremos de decir.
Pensemos en aquellos momentos en los que no controlamos nuestra boca y las consecuencias que se derivaron de ello.
Todos hablan, pocos controlan lo que dicen. La lengua debe ser controlada.
Para poder controlar nuestra boca, debemos analizar nuestra forma de hablar. Debemos meditar en cómo nos dirigimos a las personas, cómo expresamos nuestras inconformidades y nuestras diferencias, cómo le hablamos a nuestros superiores y a aquellos a nuestro cargo, cómo le hablamos a nuestros seres queridos cuando estamos contentos y también cuando estamos enojados, cómo contestamos cuando nos lastiman o molestan. En general, meditar en lo que sale de nuestra boca en cualquier circunstancia.
DIOS nos dice a través de este proverbio que no controlar nuestra lengua traerá ruina a nuestra vida.
Es probable que, ya hayamos experimentado parte de esa ruina por no haber controlado nuestra boca en algún momento.
Aprendamos de este proverbio y comencemos a poner control sobre lo que decimos y protejamos nuestra vida.
Dios les bendiga abundantemente.
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