UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
EL
PECADO Y DOS OPCIONES
“El
que encubre sus pecados no prosperará. Más el que los confiesa y se aparta
alcanzará misericordia.”.
(Proverbios
28.13)
El sabio escritor, en este proverbio nos describe una sentencia moral, en cuanto a nuestra actitud respecto al pecado. En esta afirmación o juicio, enteramente opuesta en sus condiciones a la otra: Entre “encubrir y “confesar,” esta nuestro pecado, y con respecto a esta realidad, nos presenta el dilema de decidir, entre una y la otra.
El sabio escritor, en este proverbio nos describe una sentencia moral, en cuanto a nuestra actitud respecto al pecado. En esta afirmación o juicio, enteramente opuesta en sus condiciones a la otra: Entre “encubrir y “confesar,” esta nuestro pecado, y con respecto a esta realidad, nos presenta el dilema de decidir, entre una y la otra.
Aquí no se entra en analizar lo que es, o no es, el pecado; se muestra como una realidad existente en el ser humano.
El
pecado, es una decisión moral de la cual somos responsables individualmente y
personalmente; no es tan solo un pensamiento, es una entrega también; somos
nosotros mismos quienes determinamos nuestras decisiones, hacemos esto o lo
otro.
Estamos frente a dos actitudes, una negativa y la otra positiva. Ni que decir tiene, que la actitud humana es encubrirlos, y en este concepto entran posiciones como: negarlos, excusarlos o mitigarlos, no haciendo más que endurecer el corazón a una realidad existente, la cual, se nos dice; no prosperara.
Es propio de la naturaleza humana esconder el pecado o pasar por alto los errores.
Estamos frente a dos actitudes, una negativa y la otra positiva. Ni que decir tiene, que la actitud humana es encubrirlos, y en este concepto entran posiciones como: negarlos, excusarlos o mitigarlos, no haciendo más que endurecer el corazón a una realidad existente, la cual, se nos dice; no prosperara.
Es propio de la naturaleza humana esconder el pecado o pasar por alto los errores.
Sin
embargo, es difícil aprender de un error que no se reconoce.
¿Y
qué hay de bueno en un error si no nos enseña algo?
Para
aprender de un error necesitamos admitirlo, confesarlo, analizarlo y llevar a
cabo los ajustes necesarios para que no vuelva a suceder otra vez. Todos
cometemos errores, pero solo los tontos los repiten.
Hay
algo en nosotros que se niega fuertemente a admitir que estamos equivocados. De
ahí que admiremos a quienes con franqueza y sencillez admiten sus errores y
pecados. Estas personas tienen una autoestima muy sólida. No siempre tienen que
tener la razón para sentirse bien con ellas mismas.
Estemos
dispuestos a reconsiderar, a admitir que estamos equivocados y a cambiar nuestros
planes cuando sea necesario.
El
primer paso hacia el perdón es la confesión.
La
disposición de DIOS, es confesarlos y apartarse del pecado; esta acción es más
que un acto de reconocimiento, es declarar a DIOS, a quien hemos ofendido,
nuestras faltas con un verdadero espíritu de arrepentimiento, y debe realizarse
de una forma íntima y personal; porque DIOS es quien perdona, en virtud de la
obra redentora de Cristo Jesús. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en
que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5.8)
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