LECTURA
DIARIA:
Proverbios
6
La
advertencia sobre actuar como fiador de alguien por cuyos actos no podemos
responder, suena con la urgencia de algo experimentado en carne propia; por el
que escribe o por su hijo.
Estos
versículos no van en contra de la generosidad, sino en contra de excedernos en
el uso de los recursos financieros y actuar en una forma tan irresponsable que
nos conduzca a la pobreza.
Es
importante mantener un balance entre la generosidad y la buena mayordomía. Dios
quiere que ayudemos a nuestros amigos y al necesitado, pero no promete cubrir
los costos de cada compromiso irresponsable que hagamos. Debemos actuar con
responsabilidad para que así nuestras familias no sufran.
¡La
laboriosidad de la hormiga constituye una vergüenza para los perezosos!
Proverbios condena la inactividad, la falta de iniciativa, la maledicencia, la
condescendencia con los errores y la falta de disciplina.
Esos
últimos momentos de sueño son deliciosos, los saboreamos mientras nos
resistimos a comenzar un nuevo día de trabajo. Proverbios nos advierte en
contra de ceder ante la tentación de la pereza, de dormir en lugar de trabajar.
Esto no significa que nunca debamos descansar. Dios les dio a los judíos el día
de reposo, un día a la semana de descanso y restauración. Pero no deberíamos
descansar cuando deberíamos trabajar. Se usa a la hormiga como ejemplo porque
utiliza su energía y recursos económicos. Si la pereza nos hace olvidar
nuestras responsabilidades, la pobreza muy pronto será un obstáculo para que
podamos tomar el descanso legítimo que debemos disfrutar.
Aquí
se detallan las características del hombre malvado, de hecho el lado totalmente
opuesto al ideal. Hay que recordar que los hebreos creían que cada parte del cuerpo
humano tenía alguna función síquica.
Se
hace mención, en primer lugar, de la boca. La importancia del habla recta se
repite vez tras vez en el libro de proverbios. La segunda parte del cuerpo
humano son los ojos, llamados la lámpara del cuerpo por Jesús.
Los
pies son el tercer aspecto del cuerpo que se acentúa. El cuarto aspecto del
cuerpo son los dedos. Apuntar con el dedo es la interpretación más fácil de la
frase. Es un gesto que puede simbolizar la depravación del hombre en decir algo
feo, o puede ser una señal para tomar ventaja de una situación a través del
engaño. El quinto aspecto del cuerpo humano que se expone es el corazón, de
hecho la parte esencial de la vida humana. Se puede perder un dedo y seguir
viviendo, como también perder un ojo o un pie, etc. Sin embargo, una falla del
corazón, particularmente en el mundo antiguo, significaba un hecho fatal.
Sabiendo esto, no es sorprendente cuando los antiguos creían que el asiento de
la voluntad estaba en el corazón junto a todos los procesos de la razón, y el
asiento para tomar las decisiones importantes de la vida. Anda pensando el mal
es la sexta característica del hombre. Dios condenará al hombre que urde males,
los pensamientos del malo son una abominación a Jehová y engaño hay en el
corazón de los que traman el mal, pero en el corazón de los que aconsejan paz
hay alegría. Los que traman el mal, en realidad, están quitando sus propias
vidas y andan como la obscuridad; no saben en qué tropiezan.
La
última característica del hombre depravado se explica con la frase provocando
discordia.
Otra
vez aparece la apelación a tomar seriamente lo que enseñan los padres: en sus
mandamientos y reprensiones hay guía.
Es
natural y bueno para los niños, a medida que maduran, ir independizándose poco
a poco de sus padres. Sin embargo, los adultos jóvenes, deben cuidarse de no
tener oídos sordos para sus padres: rechazar su consejo cuando más lo
necesitan.
La
codicia es una señal de peligro en el camino.
Hay
un largo y elocuente llamado contra el adulterio basado en las consecuencias
que siguen a un acto de esa naturaleza: pobreza, burla y retribución amarga. El
adúltero es peor que el ladrón, el ignorante y el corruptor.
Algunas
personas argumentan que no es malo quebrantar la ley de Dios en contra del
pecado sexual si nadie resulta herido. La verdad es que siempre alguien resulta
herido. Los cónyuges se devastan. Los hijos se hieren. Las mismas parejas, aun
cuando escapen de enfermedades o embarazos no deseados, sufren las
consecuencias.
Las
leyes de Dios no son arbitrarias. No prohíben una diversión buena y sana. Más
bien nos previenen para que no nos destruyamos cuando llevamos a cabo acciones
irresponsables o al adelantarnos al tiempo de Dios.
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