sábado, 24 de febrero de 2018

Un momento... LA MALDICIÓN NUNCA VENDRÁ SIN CAUSA



UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA MALDICIÓN NUNCA VENDRÁ SIN CAUSA

“Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, Así la maldición nunca vendrá sin causa”.  (Proverbios 26.2)

Si bien maldecir, etimológicamente, vendría a ser específicamente mal-decir, esto es: decir mal de algo o alguien, el significado histórico y mucho más desde lo conceptual en lo espiritual, es otro.

La maldición vino por causa del pecado: El castigo pronunciado por DIOS como consecuencia del pecado de Adán y Eva.
La causa básica de las maldiciones es, principalmente, la falta de escuchar la voz de DIOS y hacerle caso. Hay una palabra sencilla que describe, esto: desobediencia.
La forma de desobediencia que más provoca la maldición es el quebrantar los primeros dos, de los Diez mandamientos, que se encuentran en Éxodo 20.3-5.
El primero, es reconocer cualquier dios antes o fuera del Señor. No es suficiente reconocer que el Señor es el primero o mayor de todos los dioses. Debemos reconocer que Él es el único DIOS verdadero. No hay otro fuera de Él.
El segundo pecado descripto en el próximo mandamiento, es: el hacer cualquier representación artificial de DIOS y ofrecer adoración a él. En su carta a los Romanos, Pablo analiza lo que significa quebrantar estos dos mandamientos. (Romanos 1. 20 – 25)
El juicio de DIOS por quebrantar estos primeros dos mandamientos lleva la marca de una maldición continua de generación en generación.
Los pecados que traen esta maldición sobre las generaciones no son solamente las formas más evidentes de idolatría. Todas ellas incluyen; un segundo y más amplio, rango de prácticas que abiertamente no parecen idolatría o religión.
Esos son llamados: “oculto” (derivado de una palabra Latina que significa “escondido” o “encubierto”). Estas prácticas ocultas, siempre han tenido una poderosa fascinación para el hombre caído, y especialmente, en la presente generación. Dos de los deseos más fuertes de la naturaleza humana, son: el deseo de tener conocimiento y el deseo de poseer poder.
Toda forma de conocimiento sobrenatural o poder que no procede de DIOS, entonces, viene de satanás, y es ilegítimo. No hay sitios intermedios, ni neutros ni grises.
Siendo que el Reino de DIOS es el Reino de la Luz, sus siervos saben a quién sirven y qué están haciendo. Al otro lado, siendo que el reino de satanás, es el reino de oscuridad. La mayoría de su reino, no conocen la identidad verdadera a quien están sirviendo, tampoco la naturaleza de lo que están haciendo.
Es éste deseo por el conocimiento ilegítimo, que empujó al primer hombre a desobedecer en el Huerto del Edén. DIOS puso un límite invisible entre él y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Cuando el hombre cruzó este límite, él se encontró en el territorio de satanás y llegó a ser cautivo de satanás.
Desde entonces, este insaciable deseo por el conocimiento ilegítimo, ha atraído a los hombres hacia un área donde satanás puede tomarles a su gusto como cautivos. Los que infringen en esta área están buscando de satanás el conocimiento sobrenatural que DIOS no permite que los hombres busquen de nadie, sino de Él. Al hacerlo, de hecho están reconociendo a satanás como dios, junto con el único DIOS verdadero; y, están quebrantando el primero de los Diez mandamientos.
De esa manera, ellos están exponiéndose a la maldición que DIOS ha pronunciado sobre todos que infringen este mandamiento,  una maldición que se extiende hasta la cuarta generación.
Esta conclusión es tan importante que debe ser re enfatizada: Todo aquel que se involucre en lo oculto, está exponiéndose a la maldición pronunciada sobre los que infringen el primer mandamiento. En varios pasajes, la Biblia describe el acto de volver a dioses falsos como adulterio espiritual, y lo condena como si fuera un pecado mayor que el adulterio físico.


No hay comentarios:

Publicar un comentario