LECTURA DIARIA:
Salmo 145
Este Salmo es el último de los salmos acrósticos, era importante en el Talmud, por esa razón y porque habla del amor de Dios a todos; y era importante en la iglesia primitiva.
El salmista usa a menudo el adjetivo “todo” para exaltar la grandeza del poder y el amor de Dios.
“Bendecir su nombre” destaca que la alabanza es para que él se goce, es para mostrar nuestro amor a él. Uno decide a quién ama; el creyente toma una decisión definida de bendecir a Dios.
El salmista muestra su seguridad en Dios, que incluye una vida continuada con él, aun después de la muerte. No habla solamente de la duración eterna de esta comunión con Dios en la alabanza, sino se goza de ella cada día.
Debemos “meditar” en las maravillas de Dios; nos hace agradecidos y aumenta la confianza en Dios. Igual que el salmista, veremos en los actos de Dios su bondad y su justicia.
Dios es justo; tiene que actuar con ira contra la maldad; pero es lento, se retrasa su ira. Sólo cuando el ser humano insiste en rechazarlo tiene que actuar así.
El amor y la justicia de Dios no son contradictorios; todas las obras de Dios manifiestan los dos. Dios no es caprichoso ni parcial; podemos confiar en su fidelidad. A la vez ha provisto una salvación que satisface su justicia y abre su amor a los que aceptan esta salvación en Cristo.
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