UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
ENEMIGOS
DESTRUIDOS
“Si
el que te aborrece tiene hambre, dale de comer pan, y si tiene sed, dale de
beber agua; pues, haciendo esto, harás que le arda la cara de vergüenza, y
Jehová te recompensará.”
(Proverbios 25.21, 22)
Los
metales tienen la tendencia de mantenerse sólidos a temperaturas ambientales,
pero cuando son sometidos a altas temperaturas ellos pierden su firmeza y
pueden ser fundidos. Las ascuas o brazas son trozos de materia sólida que arden
sin llama y se utiliza para fundir los metales.
Los
buenos actos son nuestras ascuas que van a “fundir” los pensamientos de
aquellos que están en enemistad con nosotros y hará mover su corazón hacia una
nueva actitud.
Cada
vez que actuamos con bondad y generosidad nuestros enemigos comienzan a recapacitar
en la manera de como ellos actúan y lo comparan con lo que nosotros hacemos. La
respuesta esperada por ellos indignación, pelea o revancha, es ahí donde
nuestras acciones trabajaran en la mente de nuestros enemigos.
El
actuar en favor y con bondad hacia nuestros enemigos también es una muestra de
nuestra misericordia, nuestro perdón, y nuestra gracia.
Cuando
Jesucristo llegó a la Cruz nos mostró esa misma motivación.
Romanos 5.8 nos dice que Dios
sacrificó a su Hijo como un acto de misericordia.
“Pero
Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros”.
Cuando
Jesucristo estaba en la Cruz, en vez de juzgar a quienes lo menospreciaban, oró
para que DIOS los perdone, haciendo de esta exclamación el anuncio del perdón
que se ofrecía en la Cruz.
“Jesús
decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí
sus vestidos, echando suertes”. (Lucas 23.34)
Fue
un acto de gracia de parte de DIOS, ya que no merecíamos ser salvos, el
malhechor arrepentido junto al Señor en la Cruz clamó por algo que no merecía y
Jesucristo le dijo: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el
paraíso.”(Lucas 23.43)
El
ejemplo supremo dado por el Señor nos deja una gran lección para obrar en favor
de nuestros enemigos. Cristo vino a reconciliarnos con DIOS por medio de su
increíble acto de amor y compasión, hagamos lo mismo por aquellos que requieren
de nuestro amor, compasión y perdón.
Jesús
nos animó a orar por los que nos dañan. Al devolver bien por mal, reconocemos a
Dios como el que salda toda cuenta y confiamos en El cómo nuestro Juez.
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