UN MOMENTO CON DIOS
Para evitar el lamento.
“Entonces el rey se turbó, y subió a la sala de la puerta, y lloró.” (2 Samuel 18.33)
En una canción titulada, «The
Living Years» («En Vida»). El autor llora la muerte de su padre porque la relación
entre ellos había sido tensa, marcada por el silencio más que el compartir.
El cantante dice con
remordimiento: «No llegué a decirle todo lo que tenía que decir».
Arrepentido por las palabras que ninguno dijo y el amor que ninguno expresó, se
lamenta: «Ojalá se lo hubiera dicho en vida».
De manera similar, el rey
David lamentó la relación rota con su hijo Absalón. Lleno de ira porque su
padre rehusó castigar a Amnón por haber violado a su hermana Tamar, Absalón lo
mató y huyó (2 Samuel 13. 21 - 34)
El siervo de David, Joab,
sabía que el rey anhelaba ver a su hijo fugitivo, así que hizo los arreglos
para que Absalón se presentara ante su padre. Pero su relación nunca volvió a
ser igual. La amargura de Absalón fue la chispa que encendió un conflicto que
terminó con su muerte. Fue una amarga victoria para el rey David, que lamentó
la pérdida de su hijo y su fallida relación con él. Sin embargo, no hubo llanto
suficiente que pudiera reparar el dolor de David.
Podemos aprender del lamento
de David cuando lidiamos con relaciones rotas. El dolor de tratar de arreglar
las cosas puede ser grande, pero es mucho mejor hacerlo «en vida».
No permitamos que errores
pasados nos roben nuestro gozo presente. Dios perdona y sana. ÉL endereza y
fortalece. A menudo obstruimos ese proceso porque nos aferramos al pasado.
Dios puede darnos victoria y
libertad, pero tenemos que poner esos errores pasados en Sus manos. Dios desea
que Sus hijos e hijas se amen el uno al otro. A veces hay grietas que nos
dividen, pero Dios nos da poder para reconciliarnos y sanar esas grietas.
¿Tenemos relaciones que
necesitan sanidad y reconciliación?
Entonces, hagámoslo antes de
que sea muy tarde. Abramos nuestro corazón al poder de Dios y permitámosle que nos
ayude para sanar esas grietas.
Una relación rota puede
repararse, pero sólo si estamos dispuestos a intentarlo.
Dios les bendiga
abundantemente.
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