UN MOMENTO CON DIOS
Un anuncio
revolucionario.
“Pedro les dijo: —Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2. 38)
La familiaridad a veces nos
priva del asombro y del sentimiento de admiración, tanto en los acontecimientos
sencillos como en los importantes de la vida. Como cristianos, estamos
familiarizados con la idea de la resurrección de Cristo, pero ¿podemos imaginarnos
el impacto que tuvo en aquellos que escucharon hablar de ella, por primera vez?
Cuando Pedro pronunció su
primer sermón, afirmó con audacia: “Ustedes lo mataron… Sin embargo, Dios
lo resucitó” (Hechos 2.23 - 24).
imaginemos lo revolucionaria
que era esa declaración. La multitud reunida sabía del Señor y de Sus milagros,
y algunos incluso se unieron a los gritos de: “¡Sea
crucificado!” (Mateo 27. 22). No obstante, aquí estaba uno de los
seguidores del Señor afirmando que el poder de la muerte no había podido
retener al Salvador.
Algunos pueden haber
considerado que los primeros relatos de los discípulos en cuanto a la
resurrección eran locuras, pero el Pentecostés cambió todo eso cuando Dios
visitó a la humanidad de una manera nueva. La multitud fue testigo de algo
histórico cuando cada persona escuchó el evangelio en su propio idioma (Hechos
2. 8 - 11)
La fe echó raíces en 3.000
corazones cuando se predicó el mensaje de la muerte y resurrección del Señor.
Esos nuevos creyentes fueron bautizados como una declaración pública de su fe
en Jesucristo como el Mesías y Salvador.
La revolución provocada ese
día por el Espíritu Santo se extendió por todo el mundo hasta el día de hoy.
Así que nos corresponde proclamar la muerte y la resurrección de Cristo. Como
sucedió con la primera iglesia, podemos confiar en que el Señor agregará a
nuestro número a los que están siendo salvos.
Dios les bendiga abundantemente.
Amén 🙏
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