UN MOMENTO CON DIOS
Cuidado con una mente ociosa.
“Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga.” (1 Corintios 10. 12)
La tentación puede aparecer en
nuestras vidas en cualquier momento, pero con mucha frecuencia llega en situaciones
en las que no hemos prestado la debida atención a nuestros deberes y
responsabilidades.
En 1 Samuel 11 se relata el
pecado del rey David, y como él cayó en ese pecado por no estar cumpliendo con
su deber. El rey David se había quedado en su palacio, mientras que sus
generales y todos los hombres guerreros de Israel habían salido a combatir a
los amonitas. Es decir, que, en lugar de estar en el campo de batalla junto a
sus tropas, como era su deber, David había optado por quedarse inactivo en casa.
Fue entonces que el rey, mientras se paseaba por la azotea del palacio, vio a
una hermosa mujer que se estaba bañando, la cual llamó poderosamente su
atención.
Cuando David indagó acerca de
aquella hermosa mujer, le dijeron que era Betsabé, hija de Eliam y esposa
de Urías el hitita
Escucha esto David: ¡mujer de
Urías, el hitita! ¡Esa mujer es casada; tiene dueño; tú no tienes por qué
interesarte por ella! pero… ¿Qué hizo entonces David? Dice la Biblia que “David
ordenó entonces a unos mensajeros que se la trajeran, y se acostó con ella,
después de lo cual ella volvió a su casa.”
El rey David ignoró totalmente
las señales de alarma y decidió hacer caso a los deseos de la carne. Le gustó
tanto aquella mujer que la quiso para él, y como tenía el poder para hacerlo,
dio rienda suelta a sus deseos. Y dice el pasaje que “La mujer quedó
embarazada, y así se lo hizo saber a David.”
Pero ese no fue el final de la
historia. A partir de ese momento, David trató por todos los medios de ocultar
las consecuencias de su pecado. Mandó a traer a Urías, el hitia del
campo de batalla, pues había planeado que éste se acostara con su esposa y así
atribuir a él el embarazo de Betsabé. Pero Urías se negó a ir a su casa,
sabiendo que sus compañeros estaban en el campo de batalla.
Finalmente, David planeó
eliminarlo mandando a que lo pusieran en la parte de más peligro del combate. Y
así murió Urías, el hitita. Y David manchó sus manos con la sangre de uno de
sus más fieles guerreros. Y después Betsabé dio a luz un niño. Pero dice la
Biblia que “al Señor no le agradó lo que David había
hecho" (v.27). Y el niño enfermó gravemente y murió. Y David
sufrió mucho a consecuencia de su pecado.
Desde el momento en que David
fijó sus ojos en aquella mujer desnuda, pensamientos de lujuria empezaron a dar
vueltas en su mente ociosa, y no hubo nada que detuviera este proceso hasta que
cayó en pecado, y después tuvo que sufrir las consecuencias.
Y éste es un principio
espiritual que debemos tener siempre muy presente: “La tentación que se llega a
manifestar en pecado siempre trae malas consecuencias.”
No hay circunstancias más
apropiadas para una tentación que el estar ociosos. Una mente que no está
ocupada en algo provechoso es terreno fértil para pensamientos pecaminosos que
pueden conducir al nacimiento de una tentación.
¡Mucho cuidado! La Biblia dice
que “Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10.
12), así que mejor no confiemos demasiado en nuestras propias fuerzas.
Dios sabe cuando estamos
siendo acechados por una tentación y, de una forma u otra, nos envía señales
para alertarnos del peligro. La manera en que reaccionemos ante esas señales
depende enteramente de nosotros.
Dios les bendiga abundantemente.
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