sábado, 14 de enero de 2023

Un momento... Cuidado con una mente ociosa

 


UN MOMENTO CON DIOS

Cuidado con una mente ociosa.

 

 “Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga.” (1 Corintios 10. 12)

 

La tentación puede aparecer en nuestras vidas en cualquier momento, pero con mucha frecuencia llega en situaciones en las que no hemos prestado la debida atención a nuestros deberes y responsabilidades.

En 1 Samuel 11 se relata el pecado del rey David, y como él cayó en ese pecado por no estar cumpliendo con su deber. El rey David se había quedado en su palacio, mientras que sus generales y todos los hombres guerreros de Israel habían salido a combatir a los amonitas. Es decir, que, en lugar de estar en el campo de batalla junto a sus tropas, como era su deber, David había optado por quedarse inactivo en casa. Fue entonces que el rey, mientras se paseaba por la azotea del palacio, vio a una hermosa mujer que se estaba bañando, la cual llamó poderosamente su atención.

Cuando David indagó acerca de aquella hermosa mujer, le dijeron que era Betsabé, hija de Eliam y esposa de Urías el hitita

Escucha esto David: ¡mujer de Urías, el hitita! ¡Esa mujer es casada; tiene dueño; tú no tienes por qué interesarte por ella! pero… ¿Qué hizo entonces David? Dice la Biblia que “David ordenó entonces a unos mensajeros que se la trajeran, y se acostó con ella, después de lo cual ella volvió a su casa.”

El rey David ignoró totalmente las señales de alarma y decidió hacer caso a los deseos de la carne. Le gustó tanto aquella mujer que la quiso para él, y como tenía el poder para hacerlo, dio rienda suelta a sus deseos. Y dice el pasaje que “La mujer quedó embarazada, y así se lo hizo saber a David.”   

Pero ese no fue el final de la historia. A partir de ese momento, David trató por todos los medios de ocultar las consecuencias de su pecado.  Mandó a traer a Urías, el hitia del campo de batalla, pues había planeado que éste se acostara con su esposa y así atribuir a él el embarazo de Betsabé. Pero Urías se negó a ir a su casa, sabiendo que sus compañeros estaban en el campo de batalla. 

Finalmente, David planeó eliminarlo mandando a que lo pusieran en la parte de más peligro del combate. Y así murió Urías, el hitita. Y David manchó sus manos con la sangre de uno de sus más fieles guerreros. Y después Betsabé dio a luz un niño. Pero dice la Biblia que “al Señor no le agradó lo que David había hecho" (v.27). Y el niño enfermó gravemente y murió. Y David sufrió mucho a consecuencia de su pecado.

Desde el momento en que David fijó sus ojos en aquella mujer desnuda, pensamientos de lujuria empezaron a dar vueltas en su mente ociosa, y no hubo nada que detuviera este proceso hasta que cayó en pecado, y después tuvo que sufrir las consecuencias.

Y éste es un principio espiritual que debemos tener siempre muy presente: “La tentación que se llega a manifestar en pecado siempre trae malas consecuencias.”

No hay circunstancias más apropiadas para una tentación que el estar ociosos. Una mente que no está ocupada en algo provechoso es terreno fértil para pensamientos pecaminosos que pueden conducir al nacimiento de una tentación.

¡Mucho cuidado! La Biblia dice que “Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10. 12), así que mejor no confiemos demasiado en nuestras propias fuerzas.

Dios sabe cuando estamos siendo acechados por una tentación y, de una forma u otra, nos envía señales para alertarnos del peligro. La manera en que reaccionemos ante esas señales depende enteramente de nosotros.

Dios les bendiga abundantemente.

 

 

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