lunes, 23 de enero de 2023

Un momento... Las consecuencias de la ira

 


UN MOMENTO CON DIOS

Las consecuencias de la ira.

 

 “Quien fácilmente se enoja sufrirá las consecuencias; no tiene caso calmarlo, pues se enciende más su enojo.” (Proverbios 19. 19)

 

Dios siente ira, y nos ha dado esta misma capacidad. La ira es una emoción común que surge cuando enfrentamos amenazas, insultos o injusticias. Sin embargo, debido a nuestra naturaleza caída, a menudo pecamos cuando este sentimiento nos abruma.

Una reacción pecaminosa es aferrarse a la ira hasta que llegue a ser parte de lo más íntimo de nuestro ser. Allí, comienza a torcer el pensamiento y a agitar las emociones. La paz y el gozo están ausentes, porque no pueden coexistir con la ansiedad y la frustración que acompañan a la amargura.

Después de envenenar el carácter, la ira se derrama y afecta a los demás. Podemos lanzar palabras hirientes como flechas en llamas, aún a quienes no fueron causa de nuestra ira. Y después levantamos escudos para protegernos de ser heridos en el futuro. Pero, por desgracia, estos comportamientos conducen a relaciones tensas y al aislamiento.

Mientras que la ira puede dañar nuestro temperamento y las relaciones con los demás, su consecuencia más trágica es la ruptura de la comunión con Dios.

La ira no solo obstaculiza su obra en los creyentes y por medio de ellos; también aflige el corazón del Padre. ÉL desea colmar a Sus hijos de bendiciones, pero unos puños airados no pueden recibir Sus riquezas.

Y nosotros, ¿albergamos ira?

La ira podría estar enterrada de tal manera en nuestra alma que no estemos conscientes de su presencia. Ya que la amargura sostenida y sin resolver afectará cada aspecto de nuestra vida, pidamos a Dios que nos revele cualquier resentimiento oculto. Luego, deshagámonos de él, y echemos mano 

de las riquezas de Cristo.

Dios les bendiga abundantemente.

 

 

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