UN MOMENTO CON DIOS
Las palabras en nuestra boca.
“Lo mismo pasa con la lengua; es una parte muy pequeña del cuerpo, pero es capaz de grandes cosas.” (Santiago 3. 5)
¿Alguna vez hemos considerado
lo maravilloso que es el regalo del habla? Cuando Dios nos creó, nos dio una
voz y un lenguaje para que pudiéramos comunicarnos. Con nuestros labios podemos
alabar y glorificar a Dios, enseñar Su Palabra, orar y expresarnos aliento y
amoroso interés unos a otros.
No obstante, nuestras voces
también tienen el poder de lastimar.
A menudo comienza con algo
pequeño, como un comentario irreflexivo que puede empezar a rodar causando
daños imprevistos. A veces, podemos expresar nuestra opinión de una manera
crítica, que inquieta a la otra persona. O, por curiosidad, podemos hacer una
pregunta o hacer una sugerencia que siembre semillas de duda y desconfianza, y
de ese modo dañe la reputación de alguien.
La Biblia llama a esto chisme,
y Dios tiene palabras fuertes para quienes se involucran en el mismo. Estas
personas separan a los amigos íntimos, traicionan las confidencias y provocan
disensiones.
Lo más alarmante de todo es el
hecho de que la palabra griega para el chisme malicioso es diabolos, que
también se traduce como “diablo”. Cuando usamos nuestras palabras para derribar
a otros, actuamos como el diablo en vez de como Jesucristo.
Dios toma nuestras palabras
muy en serio, y nosotros también debemos hacerlo.
Jesucristo dijo: “De la
abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12. 34). Por lo tanto,
lo que necesitamos es una transformación del corazón, y el único que puede
hacerlo es Dios.
Ya que los chismes son lo
opuesto al amor, pidámosle al Señor que nos dé Su amor por los demás, para que
podamos ser alguien que proteja las reputaciones, cubra los pecados y bendiga a
los demás con nuestras palabras.
Dios les bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario