UN MOMENTO CON DIOS
El peligro de un corazón
hostil.
“El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla.” (Proverbios 29.11)
Un experto en estrés, declaró
en una conferencia médica que una personalidad hostil puede morir, la mayoría
de las veces por enfermedades del corazón, pero también por lesiones y
accidentes.
La ira aumenta el nivel de
adrenalina, lo cual acelera los latidos del corazón, eleva la presión
sanguínea, y afecta las arterias coronarias.
La ira también lleva a las
personas a actuar de forma irracional, lo cual no harían en un estado de calma
y sosiego. La hostilidad y agresividad no solamente son obstáculos para una
vida de paz y felicidad, sino que son elementos que pueden acortar la vida.
Algunas señales de un corazón
hostil son la impaciencia ante los retrasos, reacciones agresivas en el tránsito
(ya sea con los que manejan muy lento o con los que manejan muy rápido),
fastidio o falta de tolerancia por los hábitos de familiares y amigos, la falta
de confianza a los compañeros de trabajo, o una persistente necesidad de decir
la última palabra en las discusiones, o lo que es aún peor, deseo de vengarnos
cuando alguien nos ofende o nos hace daño.
La importancia del cuidado del
corazón va mucho más allá de las consecuencias físicas.
En Lucas 6. 45, Jesús se
refiere al aspecto espiritual cuando dice: “El hombre bueno, del buen
tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.”
¡Cuán importante es el estado
de nuestro corazón! De su contenido dependen nuestras acciones, las palabras
que salen por nuestras bocas, nuestra felicidad o nuestra desgracia y la de los
que nos rodean, y hasta nuestra vida. Si tienes un corazón hostil, es necesario
cambiarlo.
Ahora bien, sólo Dios puede
cambiar un corazón. En Ezequiel 36. 26, Dios habla a Su pueblo a través del
profeta, y les dice: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo
dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré
un corazón de carne.”
La transformación de un
corazón hostil comienza cuando escuchamos a Dios, meditamos en Su Palabra, y
permitimos que el Espíritu Santo haga Su obra de transformación interior
alterando nuestra conducta y nuestra manera de hablar y de actuar.
Dios les bendiga abundantemente.
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