viernes, 7 de abril de 2017

Leyendo... 2 de Reyes capítulo 5


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LECTURA DIARIA:
2 de reyes capítulo 5

Naamán era general del ejército del rey de Siria. Un gran estratega militar, tenía una gran influencia con el rey.
Tenía grandes atributos, pero estaba enfermo y condenado a morir a causa de la lepra.
Una jovencita hebrea trabajaba para la esposa de Naamán.
Esta muchacha usó la necesidad para testificar sobre Eliseo el siervo de Dios.
La jovencita tenía mucha fe en que Dios usaría a Eliseo.
Naamán fue al rey para que enviara por el profeta sin causar un problema político. Naamán sabía que el rey no le negaría nada, por su buena labor para él.
El asunto era muy importante para Naamán, así es que fue personalmente,
partió con una gran cantidad de dinero y artículos valiosos.
El rey de Siria no pidió al rey de Israel que usara sus recursos para sanar a Naamán, el rey de Siria sabía que los recursos eran Dios y su profeta, desafortunadamente el rey de Israel no tenía relación con ellos.
Joram pensó que el rey de Siria quería que el mismo sanara a Naamán.
Eliseo al escuchar pidió curarlo para testificarle.
Naamán no sabía de Eliseo ni de Dios, así que Eliseo con la curación la mostraría el poder de Dios.
Eliseo ni siquiera lo recibió, solo le envió a alguien para que hablara con él, la orden era clara y sencilla, “Ve, y lávate siete veces en el Jordán” sola había que obedecer. Eliseo al no recibir a Naamán y al mandarlo al río Jordán a lavarse, le estaba mostrando que debía humillarse ante Dios.
Naamán se fue enojado, la molestia radicó en que Eliseo no actuó como el esperaba que lo hiciera.
Naamán pensaba que su curación podría ser cosa humana. Sus criados tenían más fe que el mismo y le ayudaron a ver que no era el río quien lo sanaría, sino la humildad, obediencia y fe.
Los siervos habían creído a la palabra de Eliseo y convencieron a Naamán.
Naamán obedeció e hizo como el profeta le dijo. El resultado de su obediencia fue haber recobrado su salud.
Naamán regresó a demostrar su gratitud al varón de Dios. Naamán no solo fue limpio de su lepra, sino también de su arrogancia y de su idolatría que le separaba de Dios.
Naamán estaba tan agradecido que quería recompensar a Eliseo pero Eliseo no quiso el regalo de parte de Naamán.
Ahora Naamán quería llevarse dos cargas de la tierra de Israel para adorar a Dios en su país. Naamán ahora se convertía al Dios verdadero.
Naaman pide perdón, por tener que acompañar a su rey al templo de Rimón por esta labor que tenía que hacer.
Eliseo le dice que no se preocupara, ya que Naamán no participaría.
Giezi, el criado de Eliseo, tomó ventaja de la confianza que Naamán había depositado en Eliseo.
Giezi dice una serie de mentiras a Naamán para poder obtener un beneficio de él.
Naamán le da aun más de lo Giezi le había pedido, mostrando su agradecimiento y aprecio por Eliseo.
Como no estuvo bien lo que hizo Giezi, tuvo que esconderlo.
Eliseo sabía lo que había sucedido, pero dio la oportunidad a Giezi de confesar, como no lo hizo, la lepra de Naamán se le pegó a Giezi.
Giezi fue testigo de los grandes milagros de Dios por medio de Eliseo, pero eso no le valió para ser temeroso de Dios.

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