jueves, 6 de abril de 2017

Leyendo... 2 de Reyes capítulo 4


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LECTURA DIARIA:
2 de Reyes capítulo 4

Una viuda de uno de los hijos de los profetas en gran desesperación se acercó a Eliseo. Su esposo había muerto y ahora unos acreedores le reclamaban una deuda sino tendrían que trabajar para ellos como esclavos hasta pagarla.
Ella era muy pobre y no consideraba que lo que tuviera le ayudaría.
Eliseo pide que consiguiera todos los vasos posibles con sus vecinos. Tenía que encerrarse solo con sus hijos, que nadie fuera testigo, solo ellos.
La única jarra de aceite que tenia, llenaría a las otras que consiguió. La mujer obedeció a Eliseo, tal como se lo dijo.
La mujer mostró su fe, sabía que la jarra de aceite no pararía de proveer gracias a Dios. Ellos llenaron todos los vasos prestados, el aceite cesó porque ya no había más vasos que llenar. Con el dinero de la venta del aceite podría pagar su deuda.
Pasando Eliseo por Sunem, una ciudad cerca de Jezreel. Había allí una mujer de una buena posición y reconocida por el pueblo. Ella le insista a Eliseo que comiera en su casa. La mujer y su marido reciben al profeta de Dios en su hogar. Era la costumbre hacer un tipo de cámaras para que las personas extrañas pasaran la noche, y ellos hacen una para el profeta. Eliseo aceptó la ayuda que la mujer le brindaba.
Eliseo quería ser agradecido y le pregunta a su criado Giezi que podían hacer por ella. Ella era una mujer adinerada no necesitaba ayuda económica, pero tenía la tristeza de no tener hijos. Se consideraba una deshonra el no tener hijos.
Las posibilidades de tener un hijo eran bajas a causa de la edad de su marido.
Eliseo le dio palabra que para el año entrante tendría en sus brazos un hijo. Y la palabra se cumplió y ella abrazó un hijo.
El tiempo pasó y la mujer experimento la gracia de criar un hijo. Pero un día en medio de las tareas del campo el niño enfermó y falleció.
La mujer depositó a su hijo muerto en la habitación del profeta y sin que nadie se entere va a buscar a Eliseo.
Al llegar se humilló ante Eliseo, quien ya sabía que algo sucedía con ella, así que había orado a Dios desde antes.
Eliseo manda a Giezi pero la mujer no confiaba en Giezi, decidió quedarse con Eliseo. Giezi no pudo ser usado por Dios para resucitar al niño. Así que Eliseo fue al lugar donde estaba el niño. Eliseo oró y oró, persevero, el milagro no ocurrió instantáneamente. 
El joven regresó a la vida, Dios contestó la oración de Eliseo.
Estaban pasando por un período de hambre en muchos lugares. Eliseo estaba con los hijos de los profetas y pidió a su criado que pusiera al fuego una olla grande para preparar un potaje para que se alimentaran.
Uno de ellos encontró unas hierbas silvestres y las recogió sin saber que eran estas hierbas.
Cuando comenzaron a comer sintieron en el paladar un sabor amargo y no lo pudieron comer.
Antes había curado las aguas con sal, ahora Eliseo usa la harina en la sopa, esto era simbólico. EL varón de Dios se ocupo de lo que estaban comiendo, ahora estaba la sopa limpia.

Vino un hombre de Baal-salisa trayendo panes y Eliseo da la orden con gran fe a Giezi para que los reparta porque no era pan suficiente. Y alcanzó para todos y aún les sobró conforme a la palabra de Dios.
Este milagro apuntaba a lo que haría el Señor Jesús en su ministerio (Juan 6)

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