sábado, 11 de febrero de 2017

Leyendo... 1 de Samuel capítulo 30


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LECTURA DIARIA:
1 de Samuel capítulo 30

Mientras David estaba a punto de pelear los amalecitas invadieron Siclag, donde estaban sus familias.
David y sus hombres se angustian por sus familias. Al ver la ciudad desolada David y sus hombres pensaron lo peor y lloraron con gran desesperación.
Todos tenían un familiar o ser querido perdido, incluyendo David que perdió a sus esposas.
A David se le venía un problema tras otro, humanamente estaba muy preocupado. Sobre la pena de David se agregaba el enojo del pueblo contra él.
David en su angustia llama al sacerdote Abiatar, el cual sabía lo que era el dolor que sentía David.
David consultó a Dios por medio del efod, Dios le indica a David que alcanzaría a los amalecitas y libraría su gente.
David va tras los amalecitas pero la situación se complica aun mas para David ya que 200 hombres se cansaron y no pudieron seguir. David pelearía solo con 400 hombres, los amalecitas eran muchos más que 400.
A pesar de su angustia David se toma el tiempo para ayudar a un hombre egipcio en el camino. El hombre estaba medio muerto por la debilidad de no haber comido ni bebido en 3 días y por estar enfermo. Ellos no sabían quien realmente era.
Pero esto no era una coincidencia, definitivamente era Dios obrando. El amalecita le contó todo lo sucedido a David, sin duda alguna tenia la información necesaria para rescatar a la gente.
El egipcio llevo a David al campamento de los amalecitas con la condición de que no se le matara. 
Los amalecitas estaban celebrando su aparente victoria sobre David. 
Lucharon por 1 día y medio fue una lucha difícil pero Dios les dio la victoria. Y así recuperaron sus mujeres, familias y todo lo habían perdido.
David al regresar quiere repartir el botín también con los que se habían cansado pero unos de los hombres no quieren. David inteligentemente busca la unión entre ellos y consigue que se reparta el botín por igual.
David dice que Dios fue quien dio la victoria y decreta una ley para dar de las ganancias tanto a los que pelean como a los que se quedan a cuidar.
Envía también regalos a las ciudades que estaban al sur de Judá. Estas personas fueron quienes lo ayudaron cuando era perseguido y exiliado.

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