UN MOMENTO CON DIOS
Estar atentos y confiar en
Dios
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.” (2 Timoteo 3. 1)
Pablo, desde su prisión,
escribe a Timoteo con la urgencia de quien sabe que el tiempo es corto y la verdad,
preciosa. Le advierte que los “postreros días” estarán marcados no tanto por
catástrofes naturales o guerras, sino por una profunda decadencia moral y
espiritual. La palabra “peligrosos” en el griego original evoca imágenes de
fieras salvajes o mares embravecidos, una descripción vívida del carácter de
los tiempos que vendrían.
Lo más impactante es que Pablo
no habla de amenazas externas, sino de personas. Describe una sociedad donde el
amor propio, la avaricia, la soberbia y la falta de afecto natural reemplazan
la humildad, la generosidad y la piedad genuina. Es un retrato inquietante,
pero no ajeno a nuestra realidad. ¿No vemos hoy una cultura que celebra la
apariencia sobre la verdad, el placer sobre la obediencia, y la autosuficiencia
sobre la dependencia de Dios?
Sin embargo, esta advertencia
no es para infundir miedo, sino para despertar discernimiento. Pablo llama a
Timoteo a mantenerse firme, a no dejarse arrastrar por la corriente de la
época. En medio de la oscuridad, la fidelidad a la Palabra de Dios se convierte
en un acto de resistencia y esperanza. El creyente no está llamado a
esconderse, sino a brillar con más intensidad.
Este versículo nos invita a
examinar nuestro propio corazón. ¿Estamos siendo moldeados por la cultura o por
Cristo? ¿Nuestra fe es profunda o solo una apariencia de piedad? En tiempos
peligrosos, la autenticidad espiritual no es opcional, es vital.
También nos recuerda que la
Escritura es suficiente para equiparnos. Más adelante en el capítulo, Pablo
afirma que toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar,
redargüir, corregir e instruir en justicia. En otras palabras, no estamos solos
ni desarmados. Tenemos la Palabra viva que nos forma, nos corrige y nos
fortalece.
Dios les bendiga
abundantemente.

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