UN MOMENTO CON DIOS
Cuidado con la crueldad de
estos tiempos
“El hombre misericordioso hace bien a su propia alma; más el cruel se atormenta a sí mismo.” (Proverbios 11. 17)
La crueldad es una
manifestación directa del pecado en el corazón humano. Se expresa en acciones
duras, indiferentes o despiadadas contra otros seres humanos, ignorando su
sufrimiento y dignidad. La Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, condena la
crueldad y exalta la compasión, la misericordia y la justicia como cualidades
del carácter de Dios y de sus verdaderos hijos.
Proverbios 11.17 revela una
verdad profunda: la crueldad no solo daña al prójimo, sino que también corrompe
el corazón del que la práctica. Una persona cruel, aunque parezca fuerte o
triunfadora, en realidad vive en tinieblas internas, alejada del amor de Dios.
La Palabra de Dios nos muestra
que la crueldad no es simplemente una actitud equivocada, sino una ofensa
directa contra la voluntad del Señor. En Miqueas 6. 8 se nos recuerda qué es lo
que Dios espera del ser humano: “hacer justicia, amar misericordia, y
humillarte ante tu Dios.” El cristiano está llamado a ser un reflejo del
carácter de Cristo, quien nunca actuó con crueldad, aun cuando fue maltratado y
despreciado. Su respuesta al odio fue el amor, y a la violencia, el perdón.
Jesús dijo en Mateo 5. 7:
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.”
Este principio revela que nuestra actitud hacia los demás tiene un peso eterno.
Quienes siembran compasión, cosechan gracia; quienes siembran crueldad,
cosechan juicio.
En un mundo donde la crueldad
se ha vuelto común, desde palabras hirientes hasta actos de violencia e
injusticia, el creyente debe ser luz. No podemos cerrar los ojos ante el
sufrimiento ajeno ni justificar el maltrato en ninguna forma. La verdadera
espiritualidad se mide por la forma en que tratamos a los más débiles, a los
que no pueden devolvernos nada.
Dios es justo, y un día
juzgará toda crueldad. Pero también es misericordioso, y llama al
arrepentimiento a los que han actuado con dureza. Su gracia transforma
corazones de piedra en corazones de carne.
Que cada uno de nosotros
escoja vivir con la ternura, la justicia y la compasión que reflejan el amor de
Cristo.
Dios les bendiga
abundantemente.

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