UN MOMENTO CON DIOS
De acuerdo a lo que sembremos
cosecharemos.
“Porque sembraron viento, y torbellino segarán; no tendrá mies, ni su espiga
hará harina; y si la hiciere, extraños la comerán. Devorado será Israel; pronto
será entre las naciones como vasija que no se estima. Porque subieron a Asiria,
como asno montés para sí solo; Efraín con salario alquiló amantes.” (Oseas 8. 7
- 9)
Este pasaje es una advertencia
severa, pero profundamente reveladora sobre las consecuencias del pecado
nacional y personal. Israel, al haberse apartado de Dios, sembró viento:
acciones vacías, idolatría, alianzas humanas, religiosidad superficial. Pero
Dios, que no puede ser burlado (Gálatas 6. 7), declara que esa siembra dará
fruto: una tempestad. No solo no recibirán cosecha, sino que lo poco que
produzcan será arrebatado por extraños.
La imagen de sembrar viento y
cosechar tempestad es poderosa. Nos muestra que las decisiones alejadas de
Dios, aunque al principio parezcan inofensivas o incluso provechosas, terminan
destruyendo. Israel buscó protección en Asiria, tratando de asegurar su futuro
con alianzas humanas en vez de confiar en su Dios. Pero en lugar de paz,
hallaron ruina. En vez de seguridad, esclavitud.
Cuando dice que serán como
“vasija que no se estima”, se refiere a la pérdida de propósito y valor
espiritual ante las naciones. Al dejar su identidad como pueblo de Dios,
terminaron siendo despreciados por aquellos mismos en quienes confiaron. Esta
misma advertencia aplica a nosotros hoy. Cuando un corazón, una familia o una
sociedad decide vivir lejos de Dios, terminan recogiendo el fruto amargo del
pecado.
El mensaje de Oseas, aunque
duro, es también una oportunidad para el arrepentimiento. Dios no habla para
destruir, sino para advertir y ofrecer salvación. La solución no está en
alianzas humanas ni en prácticas religiosas vacías, sino en volver sinceramente
al Señor.
Que aprendamos de Israel. No
sembremos viento en nuestras decisiones, actitudes o prioridades. Que cada paso
sea guiado por la Palabra de Dios, para que nuestra cosecha sea de justicia,
paz y verdadera bendición. Dios siempre está dispuesto a restaurar, pero espera
un pueblo que confíe y dependa de Él por completo.
Dios les bendiga
abundantemente.

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