UN MOMENTO CON DIOS
Dios nos llama con amor
“En pos de Jehová caminarán; él rugirá como león; rugirá, y los hijos vendrán temblando desde el occidente.” (Oseas 11. 10)
Este pasaje forma parte de un capítulo donde Dios expresa su profundo amor por
Israel, a pesar de su rebeldía. A través del profeta Oseas, el Señor revela su
corazón paternal: amoroso, justo, pero también determinado a restaurar a su
pueblo. En medio de esta revelación, surge la imagen poderosa de Dios rugiendo
como león.
El rugido de Jehová en este
contexto no es un grito de amenaza, sino un llamado soberano que despierta y
reúne a sus hijos dispersos. Es la voz del verdadero León, el León de Judá, que
no devora como el enemigo, sino que llama con autoridad y amor. Mientras que 1
Pedro 5. 8 nos advierte que el diablo anda “como león rugiente” buscando a
quién devorar, en Oseas 11. 10 vemos al verdadero León, que ruge para restaurar
y reunir.
El rugido del Señor representa
su intervención poderosa. Cuando Dios ruge, sus hijos lo reconocen y acuden a
Él, aunque sea “temblando”, no necesariamente por miedo, sino por reverencia y
convicción. El rugido de Dios despierta corazones dormidos, llama al
arrepentimiento y anuncia un nuevo comienzo. A pesar de la infidelidad de
Israel, Dios no los desecha, sino que los llama de regreso a Su presencia.
En los tiempos actuales, el
mundo está lleno de voces que compiten por nuestra atención: ideologías,
placeres, miedos y distracciones. Pero hay una voz que se levanta por encima de
todas: la de Dios, que ruge con amor para despertarnos, para recordarnos quiénes
somos y hacia dónde debemos caminar. Su rugido corta el ruido del mundo y nos
dirige de nuevo a Su camino.
Que podamos reconocer el
rugido de Dios en nuestra vida. No como un sonido lejano, sino como un llamado
personal y urgente. Él sigue llamando a sus hijos, no para condenarlos, sino
para restaurarlos. Caminemos en pos de Él, con temor reverente y corazones
dispuestos, sabiendo que Su rugido es la voz del amor que salva.
Dios les bendiga
abundantemente.

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