UN MOMENTO CON DIOS
Seguir la sana enseñanza
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias.” (2 Timoteo 4. 3)
Esta advertencia del Apóstol Pablo a Timoteo es profundamente actual. Pablo le
habla a Timoteo sobre una generación que, en lugar de buscar la verdad de Dios,
preferirá mensajes agradables que se acomoden a sus deseos y estilo de vida.
La frase “no sufrirán la sana
doctrina” nos muestra que llegará un tiempo, que ya vemos hoy, donde muchas
personas rechazarán el verdadero evangelio porque confronta, corrige y
transforma. La sana doctrina no adula el ego ni entretiene los sentidos; más
bien, llama al arrepentimiento, a la santidad y a una vida conforme a la
voluntad de Dios. Esto no siempre es cómodo, pero sí es necesario para la
salvación.
Por otro lado, “teniendo
comezón de oír” refleja el deseo de escuchar cosas nuevas, emocionantes o
convenientes. En lugar de recibir lo que Dios quiere decir, buscan lo que
quieren oír. Esto los lleva a “amontonarse maestros”, es decir, rodearse de
predicadores y enseñanzas que les digan lo que desean, no lo que necesitan. Es
una espiritualidad a la carta, hecha a la medida de sus concupiscencias, sus
deseos carnales, no del corazón de Dios.
Este pasaje nos desafía a
examinar qué tipo de enseñanza estamos buscando. ¿Queremos escuchar la verdad,
aunque nos incomode, o preferimos un evangelio diluido que nos permita vivir
sin cambio? El peligro de rechazar la sana doctrina es caer en el autoengaño y
alejarnos de la salvación verdadera.
Como creyentes, debemos amar
la verdad, aunque duela, y rogar a Dios que nos dé discernimiento para no
dejarnos llevar por modas espirituales ni por enseñanzas agradables pero
vacías. La Palabra de Dios, en su pureza, es la que nos da vida, nos corrige y
nos conduce a la madurez en Cristo.
Que nuestro corazón esté
siempre dispuesto a recibir la verdad de Dios, aunque confronte nuestro pecado,
porque solo la verdad nos hará verdaderamente libres.
Dios les bendiga abundantemente.

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