UN MOMENTO CON DIOS
La fe siempre va acompañada de
acciones
“Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la
libertad. Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere
misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio. Hermanos míos, ¿de qué
aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe
salvarle?” (Santiago 2. 12 - 14)
Este pasaje nos confronta con
una de las verdades más esenciales del cristianismo: la fe verdadera siempre va
acompañada de acciones coherentes. Santiago no niega la salvación por gracia
mediante la fe, pero sí afirma que una fe auténtica produce fruto visible. Una
fe que no se traduce en misericordia, compasión, justicia y obediencia
práctica, es una fe muerta.
La “ley de la libertad” a la
que se refiere Santiago no es una licencia para hacer lo que uno quiera, sino
una referencia al evangelio de Cristo, que nos libera del pecado para vivir una
vida guiada por el amor. Seremos juzgados conforme a esta ley, no en base a
rituales religiosos, sino por cuánto permitimos que la gracia de Dios
transformara nuestras vidas.
Santiago también enfatiza la
importancia de la misericordia. Quien ha recibido el perdón y el amor de Dios,
está llamado a extenderlo a los demás. El juicio sin misericordia será para
quien no tuvo misericordia, lo que refleja la enseñanza de Jesús en la parábola
del siervo sin compasión (Mateo 18. 23 -35). Pero también nos da una esperanza
poderosa: “la misericordia triunfa sobre el juicio”. Dios ama extender su
perdón y espera que sus hijos hagan lo mismo.
Por último, Santiago desafía
las falsas confesiones de fe. No basta con decir “yo creo”; si esa fe no
produce obras, acciones concretas de obediencia, justicia y amor, es una fe
vacía. Las obras no nos salvan, pero revelan si nuestra fe es genuina.
Que nuestra vida refleje una
fe viva, activa y misericordiosa. Que hablemos y actuemos como quienes han sido
transformados por la gracia, sabiendo que seremos juzgados por cómo vivimos esa
fe delante de Dios y del prójimo.
Dios les bendiga
abundantemente.

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