domingo, 10 de agosto de 2025

Un momento... La sociedad de los últimos tiempos

 


UN MOMENTO CON DIOS

La sociedad de los últimos tiempos

 

“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos... sin afecto natural, implacables, calumniadores... amadores de los deleites más que de Dios.” (2Timoteo 3. 1 – 5)

 

La Biblia nos advierte con claridad sobre las características que tendrá la sociedad en los últimos tiempos. En 2 Timoteo 3. 1 - 5, el apóstol Pablo dice: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos... sin afecto natural, implacables, calumniadores... amadores de los deleites más que de Dios.” Este retrato no es solo profético, sino profundamente actual.

Vivimos en una época marcada por el egoísmo, la pérdida de valores, la exaltación del placer, la relativización de la verdad y una creciente indiferencia hacia Dios. Las redes sociales y los medios alimentan constantemente el culto al “yo”, fomentando la vanidad, la comparación y el orgullo. La familia se debilita, la violencia se normaliza y la mentira parece tener más poder que la justicia. Todo esto confirma lo que la Palabra ya nos había anunciado.

Pero la Biblia no solo señala la decadencia moral de la sociedad; también llama a los creyentes a mantenerse firmes y fieles. En medio de una generación que se aleja de Dios, los hijos de Dios están llamados a ser diferentes. Jesús dijo en Mateo 5. 14: “Vosotros sois la luz del mundo.” En los tiempos más oscuros, la luz del Evangelio debe brillar con más fuerza a través de nuestras vidas.

No se trata de vivir con miedo ni de señalar con juicio, sino de tener discernimiento y compromiso. La Iglesia no debe adaptarse a los valores de este mundo, sino ser sal y luz, ofreciendo esperanza, verdad y amor. Los últimos tiempos también son una oportunidad para el arrepentimiento, para volver a Dios y preparar nuestros corazones para su venida.

Dios no nos dejó estas señales para desesperarnos, sino para despertar. Vivamos con fidelidad, guardando nuestra fe, amando a nuestro prójimo y anunciando el Reino de Dios. Aunque la maldad aumente, la promesa sigue firme: “El que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24. 13). Que no perdamos de vista nuestra esperanza eterna.

Dios les bendiga abundantemente.

 

 

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