domingo, 24 de agosto de 2025

Un momento... Cuidado cuando juzgamos a otros

 


UN MOMENTO CON DIOS

Cuidado cuando juzguemos a otros

 

“¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: ¿Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.”  (Mateo 7. 3 – 5)

 

Jesús, en el Sermón del Monte, nos confronta con una enseñanza profundamente humana y espiritual en Mateo 7. 3 – 5.
Esta metáfora nos revela la tendencia natural del ser humano a juzgar a los demás sin examinarse a sí mismo. Jesús no está diciendo que nunca ayudemos o confrontemos a otros; lo que condena es el juicio hipócrita: señalar faltas ajenas mientras ignoramos o justificamos nuestras propias fallas, que a menudo son incluso mayores.

La “paja” representa un error pequeño, una falla menor en otra persona. La “viga” simboliza pecados más grandes o arraigados en nosotros mismos. Qué fácil es notar los errores del otro: una palabra mal dicha, una actitud inapropiada, una debilidad visible. Pero qué difícil es ver nuestra propia soberbia, enojo, orgullo o falta de perdón.

Jesús nos llama a la autorreflexión. Antes de corregir a alguien, debemos examinarnos con honestidad. ¿Cómo puedo hablar de humildad si yo soy orgulloso? ¿Cómo aconsejar sobre amor si yo vivo con rencor? Solo al reconocer nuestra condición, podemos ayudar a otros con compasión, no desde la condena, sino desde la comprensión.

Este llamado no es para alejarnos del hermano, sino para acercarnos con humildad. No para justificar el pecado, sino para abordar el error con la actitud correcta. Cuando quitamos nuestra “viga”, vemos con claridad, no solo para juzgar, sino para edificar.

Que Dios nos ayude a ser conscientes de nuestras fallas, y a mirar a los demás no con crítica destructiva, sino con misericordia. La corrección con amor comienza con un corazón limpio y humilde ante el Señor. Solo así seremos verdaderos instrumentos de restauración.

Dios les bendiga abundantemente.

 

 

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