UN MOMENTO CON DIOS
El hombre de los últimos
tiempos: La idolatría del yo
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos...” (2 Timoteo 3. 1 – 2)
Esta profecía describe con
precisión el espíritu de nuestra época, donde el amor propio ha sido
distorsionado hasta convertirse en idolatría del yo.
Ser "amador de sí
mismo" no se refiere al cuidado sano o la autoestima equilibrada, sino a
un egoísmo desenfrenado que pone al individuo por encima de todo, incluso de
Dios. Es el tipo de amor propio que desprecia la humildad, busca su propia
gloria y se convierte en el centro de todas las decisiones. Esta actitud rompe
con el mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno
mismo.
Vivimos en una sociedad que
promueve la autoexaltación: redes sociales llenas de vanagloria, filosofías que
predican que “tú eres suficiente” sin necesidad de Dios, y una cultura que
valora más la imagen que el carácter. Todo esto es una manifestación de los
tiempos peligrosos que Pablo anuncia. Cuando el amor se desvía de Dios y del
prójimo hacia uno mismo, el corazón se endurece, se apaga la compasión y crece
la arrogancia.
Este tipo de amor egoísta es
incompatible con el evangelio. Jesús nos enseñó lo opuesto: “Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”
(Lucas 9. 23). La verdadera vida cristiana implica morir al yo para vivir en
Cristo. Solo cuando entregamos el trono de nuestro corazón a Dios podemos
experimentar el verdadero amor, aquel que se da, que sirve y que busca el bien
del otro.
En estos tiempos finales,
estamos llamados a ser diferentes. A vivir con humildad, con amor sincero, con
corazones rendidos a Dios. Que no se diga de nosotros que somos amadores de
nosotros mismos, sino amantes de Dios, de su verdad y de su pueblo. En medio de
una generación egocéntrica, brillemos con la luz de Cristo, reflejando su
carácter en todo lo que hacemos.
Dios les bendiga
abundantemente.

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