UN MOMENTO CON DIOS
El hombre de los últimos
tiempos: Religiosidad superficial
“Tendrán apariencia de piedad,
pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.”
(2 Timoteo 3. 5)
En 2 Timoteo 3. 5, el apóstol
Pablo concluye su descripción de los hombres en los postreros días diciendo:
Este versículo es especialmente impactante porque no habla de personas
abiertamente impías o ateas, sino de quienes fingen ser piadosos, pero niegan
el poder transformador del evangelio en sus vidas.
La expresión “apariencia de
piedad” nos lleva a pensar en religiosidad superficial. Personas que asisten a
reuniones, hablan el lenguaje cristiano y aparentan espiritualidad, pero en su
interior no hay una verdadera relación con Dios ni un cambio genuino. Es un
cristianismo de fachada, vacío de fruto y de obediencia. Jesús también habló de
esto cuando dijo: “Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos
de mí” (Mateo 15. 8)
Pablo advierte que no basta
con parecer creyente; lo importante es vivir en el poder de la piedad. Esa
“eficacia” que se menciona es el efecto real que tiene la presencia de Dios en
la vida de una persona: produce humildad, santidad, amor, dominio propio y
frutos del Espíritu. Negar esa eficacia es conformarse con una fe que no
transforma, que no confronta el pecado, ni produce frutos dignos de
arrepentimiento.
Hoy más que nunca, este pasaje
cobra relevancia. Vivimos en una era donde lo exterior vale más que lo
interior, y es fácil caer en el juego de la imagen. Pero Dios no se impresiona
con apariencias. Él mira el corazón. Una iglesia que tiene forma, pero no
fondo; estructura, pero no presencia; palabras, pero no verdad, está alejada
del propósito de Cristo.
El llamado de Pablo es claro:
“a éstos evita.” No se trata de juzgar, sino de no imitar ni participar de una
fe sin poder. Que nuestras vidas no sean una mera representación de piedad,
sino una expresión auténtica del poder de Dios en nosotros. Que el evangelio se
vea reflejado no solo en nuestras palabras, sino en nuestros actos, carácter y
pasión por Cristo.
Dios les bendiga
abundantemente.

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