UN MOMENTO CON DIOS
El justo se deleita en Dios
"Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan.". (Salmo 37. 25)
En este versículo, el salmista
David nos ofrece una profunda reflexión basada en su experiencia de vida; haber
sido testigo de la fidelidad de Dios hacia los justos a lo largo del
tiempo.
David, desde su juventud hasta
su vejez, pudo ver cómo el Señor ha provisto para aquellos que caminan en su
justicia, sin importar las circunstancias externas que les rodeen.
En este precioso salmo, David
nos da un claro y contundente consejo: "Nunca deberíamos envidiar al
malvado", aun cuando algunos quizás sean muy populares o excesivamente
ricos, pero, ¿Porque no envidiarlos?, en su corta reflexión David nos dice que
importa cuánto tengan, se debilitarán y desaparecerán como la hierba que se
corta y se seca.
En cambio, los que siguen a
Dios viven de manera diferente a los malvados y, al final, tendrán tesoros
mayores en el cielo. Lo que los incrédulos obtienen puede durar lo mismo que la
vida, si tienen suerte claro está, pero lo que se obtiene al seguir a Dios
perdura para siempre, no solo en esta vida, sino que también en la venidera,
con una eternidad junto a nuestro Dios.
David nos llama a deleitarnos
en el Señor y a entregarle todo lo que tenemos y hacemos.
Esto sucede únicamente cuando
conocemos muy bien a esa persona. Por lo tanto, para deleitarnos en el Señor,
debemos conocerle mejor. El conocimiento de su gran amor por nosotros nos dará
deleite.
Dios les bendiga
abundantemente.

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