UN
MOMENTO CON DIOS
La
herida de la traición
“Entonces Pedro fue y preguntó a Jesús: --Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano, si me hace algo malo? ¿Hasta siete? Jesús le contestó: --No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.” (Mateo 18. 21 – 22)
“Perdonar
es el valor de los valientes. Solamente aquel que es bastante fuerte para
perdonar una ofensa, sabe amar.”
Seguramente
alguna vez nos traicionaron, nos jugaron sucio bien sea en el matrimonio,
noviazgo o aún en el trabajo o ministerio.
¿Nos
está doliendo la herida? ¿Queremos perdonar y no podemos? ¿Estás tentado de
empezar a pagar con la misma moneda? Lo más seguro es que lleguemos a pensar
que fuimos unos tontos, y que eso no nos lo volverán a hacer nunca más.
Tenemos
tres opciones:
Nuestra
primera opción es mantener la distancia, queremos sentirnos protegidos y
asegurarnos que no volverá a lastimarnos. Es la natural.
Nuestra
segunda opción es pagar los platos rotos con personas que no tienen nada que
ver con el asunto. Empezamos a contaminar a otros. Es la carnal.
Nuestra
tercera opción es perdonar y entregar esa herida a DIOS. Él es el único que
puede sanar, restaurar y renovar nuestras convicciones y nuestra actitud de
servicio y compromiso con los demás. Es la espiritual.
Si
hay alguien que puede entender la traición es Jesús, en Lucas 23. 34
dijo: “¡Padre, perdona a toda esta gente! ¡Ellos no saben lo que hacen!”,
así que Él entiende tu dolor y está presto para sanarte y ayudarte en el
proceso. Las heridas son oportunidades para crecer y madurar en la vida.
El perdonar
no es una opción, es una orden divina para poder experimentar libertad en las
relaciones y en la vida.
Es
un proceso que podría tomar un tiempo donde se busca re establecer la confianza
y para hacerlo se requiere compromiso de cambios y responsabilidad.
“Si
ustedes perdonan a otros el mal que les han hecho, DIOS, su Padre que está en
el cielo, los perdonará a ustedes. Pero si ustedes no perdonan a los demás,
tampoco su Padre los perdonará a ustedes.” Mateo 6.14 - 15
No
dejemos que las heridas nos limiten en nuestro potencial que cercenen nuestros
sueños.
DIOS
puede cambiar nuestro desierto en paraíso si estamos dispuestos a perdonar,
amar y servir sin esperar nada a cambio. DIOS va a usar nuestras heridas para
bendición de otros.
Hoy
es el mejor día para perdonar y ser sanado de toda herida. Es tiempo de vivir
la vida extraordinaria.
Dios
les bendiga abundantemente.
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