UN
MOMENTO CON DIOS
Vivir
en paz y tranquilidad
"Te mando a ellos para que les abras los ojos y no caminen más en la oscuridad, sino en la luz; para que no sigan bajo el poder de Satanás, sino que sigan a Dios; y para que crean en mí y reciban así el perdón de los pecados y una herencia en el pueblo santo de Dios." (Hechos 26.18)
Casi todos los días los medios de comunicación del mundo anuncian escándalos que originan todo tipo de acusaciones. Por cierto existen acusaciones falsas, donde un inocente recibe el feroz ataque de los acusadores. Pareciera que nuestra sociedad sintiera un deleite especial en acusar y marcar los errores, no para corregirlos sino para literalmente hundir y destruir a la persona. Lamentablemente, aún este tipo de acusaciones, lo vemos hasta dentro de los círculos cristianos.
Aunque
somos purificados frente al Padre, y aunque nuestros corazones son cambiados
por el evangelio, el pecado sigue siendo una realidad en nuestras vidas. Antes
estábamos inclinados completamente hacia lo malo, y ahora nuestro corazón desea
obedecer a Dios, pero hay en nosotros una naturaleza pecaminosa que aún nos
induce a pecar (Romanos 7). Entonces, no debemos practicar el pecado ni tampoco
negarlo, sino combatirlo.
La
Biblia nos enseña completamente otra cosa, y es que cuando reconocemos nuestros
pecados ante Dios y lo confesamos, El nos limpia con la sangre de Cristo y
somos perdonados. (1 Juan 1. 8 - 9 "Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros; pero si confesamos
nuestros pecados, podemos confiar en que Dios, que es justo, nos perdonará
nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad."
¡A
partir de ese momento nadie tiene autoridad legítima para acusarnos, pues hemos
sido perdonados por Dios!.
Si tuviéramos que definir la palabra perdón podríamos hacerlo con la palabra
“cancelado”. Eso es lo que hace el Señor cuando el pecador buscar refugio en
El. Lo maravilloso de caminar tomado de la mano de Cristo, es que vivimos con
el perdón de nuestros pecados pasados y también con la certeza de que si hoy
pecamos, pero luego nos arrepentimos, recibiremos el perdón de Dios.
El espíritu de acusación y condenación es del diablo, pues el espíritu de
Cristo siempre es restaurar, levantar a la persona. No importa cuál haya sido
nuestro pecado, ni cuánto los hombres nos hayan acusado.
Si estamos
en Cristo, confesando nuestras faltas a diario ante el trono de Dios, podemos
dormir y caminar tranquilos sabiendo que Dios mismo nos ha perdonado.
¡Perdonado!
Dios
les bendiga abundantemente.
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