TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Recuerda
a los otros que se sometan al gobierno y a las autoridades, que sean obedientes
y que siempre estén dispuestos a hacer lo bueno.
Que no hablen mal de
nadie, que sean pacíficos y bondadosos, y que se muestren humildes de corazón
en su trato con todos. Porque
antes también nosotros éramos insensatos y rebeldes; andábamos perdidos y
éramos esclavos de toda clase de deseos y placeres. Vivíamos en maldad y
envidia, odiados y odiándonos unos a otros”.
Tito 3. 1 – 3
La
naturaleza carnal del hombre tiende a necesitar que se le recuerde lo que es
necesario para someterla en obediencia y sumisión.
La
autoridad tiene la particularidad de levantar en la naturaleza terrenal la
rebeldía, pues es inherente al percibirse como libre, aunque en realidad no lo
sea, nuestra mente nos engaña al creer que en la rebeldía del alma podemos
encontrar libertad.
Aquellos
que permiten que Dios obre a través de la obediencia y sumisión de su ser,
puede estar dispuesto siempre a obrar correctamente, sin que sea una carga.
El
sometimiento a la disciplina del Espíritu, busca generar en el hombre frutos
visibles en su forma de hablar, en lo que busca, en lo que da, y en todo.
La
necedad y la desobediencia son naturales para el hombre no regenerado, son su
forma natural de responder ante la autoridad y ante la sabiduría,
descarriándonos del camino y volviéndonos esclavos de los placeres y pasiones
de esta vida.
La
malicia y la envidia corrompían nuestro comportamiento y nuestra forma de
pensar, mientras ahora somos conscientes de estos pensamientos, y tenemos el
poder para trascenderlos y vivir en libertad.
Dios
les bendiga abundantemente.
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