TIEMPO
DE REFLEXIÓN:
“Por
lo tanto, hermanos, ustedes los del pueblo santo, que han sido llamados por
Dios a ser suyos, consideren atentamente a Cristo Jesús, el Apóstol y Sumo
sacerdote, gracias al cual profesamos nuestra fe.
Pues Jesús ha sido fiel
a Dios, que lo nombró para este servicio, como también Moisés fue fiel en su
servicio en toda la casa de Dios. Pero a Jesús se le ha concedido más
honor que a Moisés, del mismo modo que el que hace una casa recibe más honor
que la casa misma. Toda casa tiene que estar hecha por alguien; pero Dios
es el que hizo todo lo que existe. Así pues, Moisés, como siervo, fue fiel
en toda la casa de Dios, y su servicio consistió en ser testigo de las cosas
que Dios había de decir. Pero Cristo, como Hijo, es fiel sobre esta casa
de Dios que somos nosotros mismos, si mantenemos la seguridad y la alegría en
la esperanza que tenemos”. Hebreos 3. 1
– 6.
Todos
como hermanos en la fe que profesamos vivir, observamos a Jesús pero no lo
concebimos desde su frágil humanidad, sino como el enviado del Padre, el sumo
sacerdote y guía espiritual de los que creen y confían.
Su
fidelidad al llamado que le fue encomendado fue extraordinaria, tan similar a
la de Moisés, pero perfeccionada por el amor y la obediencia absoluta que
profesó.
Moisés
es el gran héroe del pueblo hebreo, su libertador, su mesías en tiempos de
esclavitud, mas Jesús ha sido estimado con mayor honor que el de Moisés y esto
necesita ser comprendido, y usa una parábola para explicarlo, de igual manera
que el constructor de una casa recibe una mayor dignidad, estima o dignidad que
la casa misma, así mismo Jesús como autor y consumador de nuestra fe y vida
espiritual, por medio del cual todo fue hecho, y por quien este templo
espiritual que somos nosotros es conformado a imagen y semejanza del padre.
Moisés
tiene una gran similitud con Jesús, ambos nacieron y fueron perseguidos,
crecieron junto a padres adoptivos, ayunaron por 40 días y 40 noches, surgieron
como libertadores de su pueblo.
De
igual manera a como se construye una casa, con su previsión, planos,
entendimiento y necesidades, todo tiene su hacedor, su constructor, quien hace
es quien establece los cimientos de todo, y cuando habla de todo ello incluye
tiempo-espacio.
Moisés
sirvió con propósito a la casa, que hace referencia al ser del hombre, y su
vida y obra dan testimonio del poder de Dios que obra para salvación, y sirve a
nosotros como tipología de la salvación que habría de venir en Jesús y de
la cual hacemos parte. Moisés sirvió para establecer un diseño que habría de
cumplirse con el mesías.
A
diferencia de Moisés quien sirvió a la casa de Dios o sea al hombre (como
salvador de su pueblo y como tipología de la salvación), Jesús cumple con
fidelidad su servicio como hijo y como constructor al frente de su desarrollo y
construcción o establecimiento. Aquí el escritor confirma que la casa de Dios,
somos nosotros, la cual permanece y se establece por la fe en el hijo, que es
nuestra confianza y esperanza, de la cual nos gloriamos y enorgullecemos.
Dios
les bendiga abundantemente.
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