TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Porque
a los que una vez recibieron la luz, y saborearon el don de Dios, y tuvieron
parte en el Espíritu Santo, y saborearon el buen mensaje de Dios y el
poder del mundo venidero, si caen de nuevo, ya no se les puede hacer
volver a Dios, porque ellos mismos están crucificando otra vez al Hijo de Dios
y exponiéndolo a la burla de todos.
Son como la tierra que bebe la lluvia
que cae en abundancia sobre ella: si da una cosecha útil a los que la trabajan,
recibe la bendición de Dios; pero si da espinos y cardos, no vale nada;
cae bajo la maldición de Dios, y finalmente será quemada”. Hebreos
6. 4 – 8
Aquí
no se habla de aquel que cae en pecado o que se equivoca habiendo vivido una
vida piadosa y se arrepiente, sino de aquel que se aparta del todo de la
presencia de Dios negando su fe y el poder que ha obrado para salvación. Quien
después de haber vivido un arrepentimiento verdadero, iluminado por su
Espíritu, saboreado el don de la vida eterna, han tenido parte con el Espíritu,
han experimentado la palabra de Dios y los poderes del mundo venidero se
apartan.
Es
interesante notar lo que ocurre en el creyente que ha experimentado el poder de
Dios, son seis cosas las que ocurren mencionadas anteriormente.
Es
imposible que aquel que apostata de la fe y la verdad luego de haberla probado
vuelva a Dios pues el apartarse por completo del Señor significa una completa y
voluntaria apostasía, y no crucificando al mundo para sí, expone en vergüenza
lo nacido de la divinidad.
Quien
bebe del don de Dios recibe de su bendición, su amor y gracia, pues con ella
produce una buena cosecha, da buenos frutos.
El
agua es tipología del bautismo y de la palabra que han sido entregadas a la
iglesia y a la humanidad para que el hombre pueda vivir plenamente y dar fruto.
La tierra es tipología del hombre quien recibe la lluvia de bendición sobre su
ser.
Esta
lluvia también cae sobre cardos y espinos, no solo sobre tierra que da fruto,
los cardos y espinas representan a hombres cuyos corazones han recibido la palabra
pero que esta ha sido ahogada por estas plantas que no dejan dar fruto de
bendición, por lo que termina bajo maldición y destrucción. Los cardos y
espinos son los frutos de una vida apartada del Señor, en donde el engaño, la
mentira, el dolor, la soledad y el apartarse de la presencia de Dios son la
consecuencia final que resulta de la falta a la verdad.
Dios
les bendiga abundantemente.
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