TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“El
labrador que trabaja duro tiene derecho a recibir primero parte de la cosecha.
Reflexiona en lo que te digo, y el Señor te dará una mayor comprensión de
todo esto.
No dejes de recordar a Jesucristo, descendiente de
David, levantado de entre los muertos. Este es mi evangelio, por el
que sufro al extremo de llevar cadenas como un criminal. Pero la palabra
de Dios no está encadenada. Así que todo lo soporto por el bien de los
elegidos, para que también ellos alcancen la gloriosa y eterna salvación
que tenemos en Cristo Jesús”. 2
Timoteo 2. 6 – 10
Pablo
usa parábolas para expresar las verdades que trata de trasmitir a su discípulo,
pues las verdades se hayan dispuestas para aquellos que aun en las cosas más
simples de la vida pueden encontrar grandes verdades. Quien trabaja duro para
permitir ser perfeccionado, consagrándose en santidad, puede disfrutar
primeramente de la cosecha que con sacrificio y consagración a resultado, nadie
que siembra en el reino busca ser primero, más bien busca que lo sembrado se
coseche en justicia, amor y verdad primeramente en su ser.
No
dejemos de meditar en lo que se nos ha enseñado, al principio la mente puede
haber captado algunas cosas interesantes, pero entre más hacemos introspección
sobre la enseñanza, mas esta penetra y la verdad sale a relucir.
Meditar
en Jesucristo debe ser una práctica continua para el creyente, pues nuestro
mensaje es el mismo, entregado como sacrificio, el cordero inmolado para el
perdón de nuestros pecados, no hay otro evangelio, este nos conduce a una
comunión profunda con la divinidad, pues él es la puerta, el camino y la verdad
en sí misma.
No
importa lo que podamos sufrir o vivir por causa de la verdad, todo ello es
pasajero. Mientras la vida terrenal es pasajera, lo eterno en Cristo perdura,
su palabra no está encadenada por el tiempo, ni por ninguna barrera, cuando es
entregada tal cual nos fue confiada en amor y fe.
Todo
lo que nos sucede tiene un propósito, al ser conscientes de ello, podemos por
la gracia de Dios soportar, sufrir, padecer, perseverar siempre para que
aquellos que se acercan a Dios alcancen la eternidad en Cristo.
Dios
les bendiga abundantemente.
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