TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“En
cambio, los que quieren hacerse ricos caen en la tentación como en una trampa,
y se ven asaltados por muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a
los hombres en la ruina y la condenación.
Porque el amor al dinero es raíz
de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y
se han causado terribles sufrimientos. Pero tú, hombre de Dios, huye de
todo esto. Lleva una vida de rectitud, de piedad, de fe, de amor, de fortaleza
en el sufrimiento y de humildad de corazón”.
1
Timoteo 6. 9 – 11.
Quienes
buscan riquezas disimulan sus intenciones de profunda necesidad espiritual
tratando de encontrar pasajes que estén acordes con sus finalidades, pero quien
lo hace debe tener en cuenta que es difícil no caer en la tentación cuando se
busca con mayor intensidad lo material que lo espiritual y tarde o temprano
caerán en la esclavitud del deseo.
El
afán por las riquezas hacen que tomemos decisiones que nos apartan de nuestros
hogares, parejas, hijos, familias y congregaciones para caer en la desidia, la
envidia, la vanidad y la destrucción que el vivir de esta manera produce, pues
consume sus energías, su sueño y su vida para terminar sin nada.
Esta
máxima acerca del dinero debe ser meditada con frecuencia por aquellos que
buscan de Dios, el dinero en si no es lo malo, pero el deseo que guía a
nuestros corazones a buscarlo primero que a Dios ha hecho que muchos se
pierdan, que muchos destruyan sus hogares, que otros asesinen, que algunos
roben, que otros se entreguen a sus pasiones carnales, el dinero debe servir al
propósito por el cual fue creado, si aún sufrimos por no tenerlo, cuando lo
tengamos igualmente sufriremos porque siempre nos sentiremos escasos, aun en
medio de la abundancia.
Es
fácil desviarse de la fe cuando un deseo gobierna el corazón del hombre, ellos
han hecho que el camino de la fe sea desacreditado. De forma que estando atento
a nuestros deseos que surgen de la naturaleza carnal los rindamos en obediencia
a Dios.
Si
buscamos de Dios, evitemos caer en el amor al dinero, sometiendo todo nuestro
ser, vaciándonos de nosotros mismos, esmerándonos por seguir y poner en
práctica lo justo, lo piadoso, lo que fortalece la fe, siendo constante en todo
lo que emprendamos y viviendo con humildad en nuestro corazón.
Dios les bendiga abundantemente.
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