TIEMPO
DE REFLEXIÓN
"Pelea
la buena batalla de la fe; echa mano a la vida eterna a la cual fuiste llamado
y de la que hiciste buena profesión en presencia de muchos testigos" 1 Timoteo 6. 12
La
vida cristiana de vez en cuando se convierte en una intensa batalla de fe en la
que debemos continuar creyendo a pesar de lo que nos suceda. Dios no solo nos
da instrucciones como hijos sino como soldados.
Se
requiere determinación, fortaleza y sabiduría divina para aplicar cada
conocimiento bíblico que tenemos respecto a la fe y estrategias de guerra para
vencer a diario la duda que nos ataca.
El
apóstol Pablo, quien escribe estas instrucciones a su hijo espiritual Timoteo,
entendía claramente de lo que se trataba esa batalla, él fue apedreado, paso
frío y hambre, fue golpeado, encarcelado, encadenado, traicionado, perseguido,
etc. Pero sus convicciones cristianas permanecieron intactas. Nunca creyó más
en las circunstancias que en el Dios que lo envío; contaba con una fe contra
todo pronóstico.
Las
crisis de cualquier índole, tienen un mismo propósito de parte del maligno:
¡Dejar de creer! No hay solución para esto pero todos sabemos que él es padre
de mentira.
La
fe es una declaración Divina que no está completa hasta que se ejecute una
acción, es aferrarse a esa Palabra y accionar en ella (Fe con obras); Así se
gana esta buena batalla de la fe.
Si
esa fe que profesamos es "La certeza de lo que se espera" como dice
Hebreos 11, entonces debemos comenzar por revisar lo que esperamos y en qué
estamos creyendo más; porque esa convicción es un arma que hará que se
materialice "lo que esperamos".
Dice 1
Timoteo 1.18 “Guardando la fe y buena conciencia, que algunos han
rechazado y naufragaron en lo que toca a la fe”.
Hay
un mundo físico y otro espiritual: Si nuestra línea de batalla de fe es
horizontal, ya sabemos dónde tendrá su principio y su fin. Pero si apunta a
Cristo y a la eternidad, podremos vivir por lo que aún no toquemos, ni oigamos,
ni veamos, pero si lo sintamos y creamos espiritualmente. Entonces podremos
acceder a la bendición con bandera de victoria.
Porque
quien cree plenamente todo lo que el Padre ha dicho, tiene fe, está blindado espiritualmente
y ninguna duda podrá invadir su corazón.
No
dejemos que nada ni nadie robe nuestra fe, levantémosla como el escudo que es
para que ningún dardo del maligno nos toque con desesperanza, y peleemos la
buena batalla. Sigamos creyendo, alimentémosla con la Palabra de Dios para que
nuestros temores mueran de hambre.
Y
Dios nos sorprenderá con Sus incontables bendiciones por causa de nuestra
perseverancia. ¡Cree, acciona, proclama!
Dios
les bendiga abundantemente.
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