USEMOS
EL DISCERNIMIENTO.
Satanás
está interesado en que se lo ignore, en que no se lo identifique. Siempre se
pregunta: ¿Cuántos creen que el diablo existe? Todos decimos que sí, que
creemos, pero eso no cambia las cosas. El asunto es discernirlo.
Cuando
Cristo comenzó a desarrollar su ministerio. Entre las cosas que hizo, fue
revelar el modo operativo de satanás. Abrir una nueva visión del mundo
espiritual. Cuando los discípulos empezaron a ver este operar del diablo y
empezaron a ver demonios, dice que vinieron saltando, eufóricos, a verlo a
Jesús. –“¡Se nos sujetan los demonios!-“.
Ellos
habían leído Jeremías, habían leído el Pentateuco, pero nunca vieron a Abraham
reprender un demonio, nunca vieron a Moisés hacer lo mismo.
Jesús
vino y les abrió un nuevo panorama de la realidad del mundo espiritual que
existía mucho antes de que el hombre fuese puesto en la tierra.
Eso
fue lo que les causó tanta emoción a ellos. Y Jesús los tuvo que detener y
decirles: “¡Eso no es todo! ¡Regocíjense de que vuestro nombre esté escrito en
el libro de la vida!”
Esos
son los principios espirituales de Jesús. Ese es el evangelio de Jesucristo.
Ellos
se emocionaron tanto porque un nuevo mundo se les abrió. Y cada vez que un
nuevo mundo, que una nueva visión se abre, se corre el riesgo de que la iglesia
caiga en excesos. Porque pasa de no creer casi en nada, a ver demonios por
todas partes. ¿Se le arruinó un neumático de su automóvil en la carretera?
¡Espíritu de pinchadura! Caemos en un misticismo que se va mucho más allá de
los límites naturales para un creyente que es el de ser místicos. Jesús vino a
revelar al diablo, y les mostró un mundo nuevo, pero también les ordenó
mantener la mesura y, esencialmente, el equilibrio.
Siempre
hubo endemoniados, siempre. Israel los tuvo. Moisés los tuvo. Nada más que no
se veían como tales. Dios les dejó que estuvieran hasta el día de la siega.
Jesús
vino a revelarnos eso. Un día en la
Santa Cena, le dijo a Pedro ante una afirmación de él: “¡Quítate de delante de
mí, Satanás! Me eres piedra de tropiezo; porque no estás pensando en las cosas
de Dios, sino en las de los hombres”.
Mateo 16. 23.
Entonces
los discípulos comenzaron a mirarse con desconfianza entre ellos. Los
discípulos no lo tenían identificado. Pero los siervos identifican la cizaña. Y
estaba Pedro allí.
Cristo
vino a deshacer las obras del diablo, y una de esas obras, es esconderse, pero
Cristo tenía discernimiento. Él habilitó el sistema para todos nosotros. Sin
discernimiento no podemos llegar demasiado lejos en el ministerio.
Cuando
Jesús les habla a sus discípulos y les responde: ¿No os he escogido yo a
vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?” Juan 6. 70.
Aquí
dice que ES diablo. No dice que es EL diablo. Esto significa que Jesús revela a
sus discípulos al diablo como una persona, sino como un espíritu. Porque
diablo, es ADVERSARIO.
Los
otros jamás cayeron en cuenta que Judas no era uno de ellos, pero Jesús sí. Él
lo tenía bien detectado. Discernimiento. Sirve para detectar personas que, como
Judas, se esconden detrás de todo el andamiaje estructural de las
congregaciones. Conocen la mecánica eclesiástica mejor que muchos. Conocen al
pastor, a toda su familia, a los diáconos, el orden de culto y hasta de qué va
a predicarse hoy. ¡Son de confianza!
No
se olvide que Satanás pierde la batalla en el momento en que es descubierto. No
es cuestión de arrojar golpes al aire por las dudas.
Así
sucedió en el cielo, cayó cuando fue hallada en él, iniquidad. Él era malo
desde el principio, dice la Palabra, pero cayó cuando fue descubierto.
Usemos
el discernimiento que el Señor nos ha dado para descubrir toda artimaña del
enemigo en nuestra vida, familia e iglesia. No olvidemos que:
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne,
sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las
tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes”. Efesios 6. 12.
Dios les bendiga abundantemente.
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