viernes, 30 de marzo de 2018

Leyendo... Eclesiastés 7




LECTURA DIARIA:
Eclesiastés 7

Tenemos que disfrutar lo que tenemos mientras podamos, pero siempre recordando que puede llegar la adversidad. La adversidad nos recuerda que la vida es breve, nos enseña a vivir sabiamente y refina nuestro carácter. El cristianismo y el judaísmo le dan cierto valor al sufrimiento y al dolor. Los griegos y los romanos menospreciaban el dolor, las religiones orientales buscan vivir por encima del mismo, pero los cristianos y los judíos lo ven como fuego que refina. Aprendemos más acerca de Dios en los tiempos difíciles que en los momentos de felicidad. 


Salomón sabe que a veces es útil pensar en la muerte. Nos recuerda que todavía tenemos tiempo para cambiar, tiempo para examinar la dirección de nuestra vida y tiempo para confesar nuestros pecados y encontrar el perdón de Dios. Debido a que todos a la larga moriremos, tiene sentido planear con antelación el poder experimentar la misericordia de Dios en vez de enfrentar su justicia.
El dinero puede confundir a quienes de otra manera juzgarían con justicia. Escuchamos acerca de los sobornos que se dan a los jueces, a los policías y a los testigos. Los sobornos se dan para perjudicar a los que dicen la verdad y para ayudar a los que se oponen a ella. La persona que acepta un soborno es necia, por sabía que se crea. Algunos dicen que todos tenemos un precio, sin embargo los que en verdad son sabios no pueden ser comprados a ningún precio.
Para terminar lo que se empieza se requiere mucho trabajo, sabio asesoramiento, autodisciplina y paciencia. Cualquiera que tenga visión puede comenzar un gran proyecto. Pero la visión sin sabiduría a menudo tiene como resultado proyectos y metas inconclusos.
Aunque tanto la sabiduría como el dinero pueden ser provechosos, la ventaja de la sabiduría es que da vida.
Dios ha permitido que el bien y el mal formen parte de la vida, de manera que los seres humanos no pueden determinar independientemente qué les reserva el futuro. Esta es entonces una advertencia directa a aquellos que consideran la prosperidad como una segura señal de la bendición de Dios y la pobreza como una maldición por el pecado.
Dios permite que a todos nos lleguen buenos tiempos y malos tiempos. Nos ofrece una combinación de ambos tan buena que no podemos predecir el futuro, ni depender de la sabiduría y el poder humanos. En los tiempos de prosperidad, nos encanta quedarnos con la gloria. Luego en la adversidad, tendemos a culpar a Dios sin agradecerle las cosas buenas que surgen de ella.
¿Cómo puede ser alguien demasiado justo o demasiado sabio? Esta es una advertencia en contra de la presunción religiosa: legalismo o falsa justicia. Salomón estaba diciendo que algunas personas son excesivamente sabias o justas ante sus propios ojos, porque están engañadas por sus propios actos religiosos. Son tan rígidas y tienen una visión tan corta que pierden la sensibilidad hacia la verdadera razón de ser buenas: honrar a Dios. El balance es importante. Dios nos creó para ser personas totales que buscan su justicia y bondad. Por lo tanto debemos evitar ambos extremos: legalismo e inmoralidad.
El Predicador repite su disposición de buscar la sabiduría, pero encuentra que la sabiduría verdadera está más allá de sus posibilidades humanas. Aquí aparece un importante aspecto del tema, porque mientras el Predicador se clasifica entre los sabios, la verdadera sabiduría, el valor supremo que ha estado persiguiendo, sigue estando fuera de su alcance y no puede ser logrado por sus propios esfuerzos.
Salomón, el hombre más sabio del mundo, confesó cuán difícil había sido actuar y pensar sabiamente. Recalcó el hecho de que no importa cuánto conocimiento tenga uno, siempre existen misterios que nunca comprenderemos.
En su búsqueda, descubrió que la sabiduría era casi tan escasa entre los hombres como entre las mujeres, aun cuando a los hombres se les daba un programa de educación religiosa en su cultura y a las mujeres no.

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