LECTURA DIARIA:
Proverbios
21
En
los días de Salomón, los reyes poseían autoridad absoluta y a menudo se
consideraban dioses. El versículo 1 muestra que Dios, no los gobernantes
terrenales, tiene la autoridad final sobre la política mundial. A pesar de que
no se han dado cuenta, los reyes más poderosos de la tierra han estado siempre
bajo el control de Dios.
Toda
persona justifica su conducta, pero Dios toma en cuenta también sus motivos.
La
gente puede encontrar una disculpa casi para todo, sin embargo Dios mira detrás
de la excusa en busca de los motivos del corazón.
Los
sacrificios y ofrendas no son sobornos que le hacemos a Dios para que no mire
nuestras fallas de carácter. Si nuestros tratos personales y de negocios no se
caracterizan por la justicia, ninguna cantidad de generosidad en la ofrenda la
compensará.
Llevar
a cabo fielmente las tareas mundanas es un gran logro. Dicho trabajo se lleva a
cabo con paciencia de acuerdo a un plan. La diligencia no surge de manera
natural en la mayoría de la gente. Es el resultado de un carácter firme.
Por
lo general, es mejor aprender de los errores de otros que de los propios.
Podemos hacerlo al escuchar su consejo.
Deberíamos
trabajar para satisfacer las necesidades de los pobres y protegerlos de sus
derechos. Algún día quizás necesitemos dichos servicios.
El
impío y el prevaricador no pueden compararse con el recto y el justo
El
versículo 20 habla acerca del ahorro para el futuro. Los créditos fáciles
tienen a mucha gente viviendo al borde de la bancarrota. El deseo de mantener y
acumular más, los empuja a gastar hasta el último centavo que ganan, y estiran
su crédito hasta el límite. Pero cualquiera que gasta todo lo que tiene,
consume más de lo que puede afrontar. Una persona sabia aparta dinero para
cuando tenga menos. Dios aprueba la previsión y la restricción. El pueblo de
Dios necesita examinar su estilo de vida para ver si lo que gasta complace a
Dios o solo a él mismo.
La
clase de alabanza (sacrificio) descrita en el versículo 27 no es mejor que un
soborno. Dios deja bien en claro que desea obediencia y amor más que rituales
religiosos. Dios no quiere únicamente nuestros sacrificios de tiempo, energía
ni dinero. Quiere nuestros corazones: amor y devoción completos. Quizás
sobornemos a la gente, pero no podemos sobornar a Dios.
Las
consecuencias dañinas de la mentira se mantienen aun después que el mentiroso
ha muerto.
El
versículo 31 se refiere a la preparación para la batalla. Todos nuestros
preparativos son inútiles sin Dios, pero aun con su ayuda debemos hacer lo que
nos corresponde y prepararnos. Su control de los resultados no anulan nuestras
responsabilidades.
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