domingo, 4 de marzo de 2018

Leyendo... Proverbios 13


LECTURA DIARIA:
Proverbios 13

Las palabras pueden herir y destruir. Si deseamos tener dominio propio, debemos comenzar por controlar nuestra lengua. Si logramos controlar este miembro diminuto pero poderoso, podemos controlar el resto del cuerpo.


Viviendo en justicia es como asegurar la vida. Cada vez que hacemos el bien se pone en marcha otras oportunidades que son para bien. Las decisiones para hacer el mal siguen el mismo patrón, pero en dirección opuesta. Cada decisión que se toma en obediencia a la Palabra de Dios traerá un gran sentido del orden a la vida, mientras que cada decisión que se tome en desobediencia traerá confusión y destrucción. La obediencia produce la mayor seguridad y protección.
«Estaba equivocado» o «Necesito consejo» son frases difíciles de expresar porque requieren humildad. La soberbia es un ingrediente presente en todas las peleas. Incrementa el conflicto y divide a la gente. La humildad, por el contrario, sana.
Dios nos creó, nos conoce y nos ama. Entonces, solo tiene sentido escuchar sus instrucciones y hacer lo que Él dice. La Biblia es su Palabra infalible para nosotros. Es como el manual del propietario de un automóvil. Si obedecemos las instrucciones de Dios, «avanzará bien» y descubriremos su poder para la vida. Si las pasamos por alto, tendremos inconvenientes, accidentes y fracasos.
En los días de Salomón, los reyes tenían que depender de mensajeros para obtener información de su país. Los mensajeros tenían que ser confiables. Una información incierta podía provocar un derramamiento de sangre. El mensaje confiable sigue siendo vital.
Cuando ponemos el corazón en algo, podemos perder la capacidad de evaluarlo de una manera objetiva. El deseo ciega el juicio y puede mantener una relación indebida, una compra inútil o un plan mal concebido. La fidelidad es una virtud, pero la necedad no.
Los amigos y compañeros nos afectan, en ocasiones profundamente. Tengamos cuidado a quién escogemos como amigos.
Una buena persona puede esperar que sus descendientes lo bendigan; un pecador acumula, sin pretenderlo, lo que eventualmente irá a parar a manos del justo.
Los pobres son a menudo víctimas de una sociedad injusta. La tierra de un hombre pobre quizás sea buena para cultivar, pero leyes injustas pueden robarle de su propia cosecha.
La disciplina es la otra cara de la enseñanza. La Biblia hace una clara distinción entre la disciplina y el abuso físico. La disciplina puede ser dolorosa, pero no perjudicial. Nunca debemos hacer daño a un niño, aunque en ocasiones el dolor puede formar parte de una corrección efectiva. Dios mismo se describe como un partidario estricto de la disciplina. Aunque siempre nos disciplina por amor y para beneficio nuestro, su corrección puede causarnos dolor. De igual manera, Dios exige que los padres disciplinen correctamente a sus hijos. Hasta el destino eterno del niño puede depender de la disciplina provista por sus padres
No es fácil para un padre amoroso disciplinar a su hijo, pero es necesario. La responsabilidad más grande que Dios da a los padres es criar y dirigir a sus hijos. La falta de disciplina pone en duda el amor del padre debido a que muestra despreocupación por el desarrollo del carácter del niño. Disciplinar a los hijos evita un desastre de gran alcance. Sin corrección, los niños crecen sin un claro entendimiento del bien y del mal, y con poca dirección en sus vidas.



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