domingo, 18 de marzo de 2018

Un momento... PODEMOS ELEGIR



UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
PODEMOS ELEGIR

Las bendiciones y las maldiciones sobre la raza humana, son tan antiguas como el hombre mismo. Desde el libro del Génesis las tenemos presentes con clara evidencia. Cuando leemos cómo DIOS crea al hombre, entendemos que es para que sea señor, para ser bendecido. Y las bendiciones mismas fueron creadas para, precisamente, bendecir al hombre. Concretamente, el plan de DIOS es un plan de bendición.
Las bendiciones, van de la mano de otra palabra muy importante y valiosa que se llama Obediencia. Por consiguiente, las maldiciones, también irán de la mano de otra palabra no menos importante: Desobediencia. DIOS pone al hombre en el huerto y le dice: “Si me obedeces y haces mi voluntad, no vas a tener problemas; todo te va a salir bien y tendrás felicidad completa. Pero si llegas a tocar el árbol que no te permito tocar, las cosas serán totalmente a la inversa, y… ciertamente morirás.”
DIOS le da todo y lo habilita para ser señor. Pero actúa colocando un parámetro, un límite preciso al libre albedrío; una forma muy clara para saber si el hombre se va a alinear o no con su propósito. El símbolo son los dos árboles: el de la Vida y el de la Ciencia del bien y del mal.
Es necesario entender algo muy serio: en la tierra, hoy, hay dos voluntades. Pero sólo una tiene derecho de llamarse voluntad, es la de DIOS. 
Cuando DIOS creó todas las cosas, sólo una voluntad existía. Porque sólo DIOS existía. Todo lo demás fue creado conforme a Su voluntad. 
Un día, satanás, una creación de DIOS, se rebela y es arrojado del cielo.
Cuando existe una segunda voluntad, venga de donde venga, que choca con la de DIOS o se opone a ella, eso no se llama voluntad: se llama Rebelión.
Por lo tanto, tenemos dos alternativas en la tierra: una es la voluntad de DIOS, y la otra alternativa, es alinearnos con lo que se denomina como “voluntad propia”, y esto es ser rebelde a DIOS.
Tengamos en cuenta que muchas de las decisiones que tomamos bajo la “voluntad propia”, creemos que es “propia”, pero siempre está influenciada por el mundo actual, y sabemos que el que domina actualmente al mundo es satanás.
Dios fue claro: le dijo al hombre: “puedes comer de todo lo que se te antoje, pero mi voluntad es que de ese árbol que tú ya sabes, no comas.” Y le agrega que si come, de cierto morirá. Para Adán, comer de todo lo que tenía a su disposición, era bendición, pero la desobediencia a Su voluntad comiendo lo que se le había prohibido, produce maldición.
DIOS tiene una sola voluntad; no miente, no se arrepiente. Si decidimos alinear nuestra voluntad con la suya, nuestra acción se llama obediencia, el fruto es vida y se llama bendición. Pero si en ese encuentro optamos por nuestra propia voluntad eso se llama rebelión, su nombre es desobediencia y su fruto es muerte: ciertamente morirás.
Quizás a nosotros nos cueste entender esto por una cuestión de tiempo, pero el encuentro del hombre con la voluntad de DIOS o, produce vida, o produce muerte. 
Hay dos tipos de muerte. Es un proceso. Ese ciertamente morirás no fue algo instantáneo ni algo inmediato; No cayó allí mismo Adán, fulminado en el acto; no fue así. Ciertamente murió, pero murió de dos formas, ya que aquí hay muerte física y muerte espiritual que es mucho más grave. Él se hizo acreedor a la muerte física porque DIOS dijo: “Ah, ahora el hombre es como nosotros, que conoce el bien y el mal; entonces no lo dejemos comer del árbol de la vida para que no viva para siempre”…
Muerte física, porque el hombre ya no pudo comer del árbol de la vida para vivir para siempre y tarde o temprano, murió físicamente. Pero también se produjo muerte espiritual, porque como se puede leer, lo echó fuera DIOS; lo sacó del huerto y además dejó allí una espada encendida como para que no volviera. Lo echó de su presencia, fue separado de DIOS. Y sabemos qué muerte espiritual es estar alejado de DIOS.
Entonces el hombre camina en ese proceso degenerativo casi sin darse cuenta. Porque la muerte espiritual, es un proceso degenerativo. Ese proceso lleva una semilla de autodestrucción. Y se aleja más y más de DIOS; hasta que ya no hay retorno para el hombre. Sólo por la misericordia y el amor de DIOS que proveyó tan grande salvación a través de Cristo.
Pero en este camino también la palabra clave que nos lleva a la bendición es: Obediencia.
Para nosotros, para nuestros hijos, para nuestra iglesia, para nuestra ciudad, para nuestra nación. En suma: para las generaciones que vienen detrás de nosotros, sin olvidar las anteriores, naturalmente.
Está en nosotros elegir, solo hay dos caminos, obedecer o revelarnos, bendición o maldición.
Dios les bendiga abundantemente.

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