UN MOMENTO CON DIOS
Sus bondades son nuevas cada
mañana
“Esto traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza: Que las misericordias del Señor jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡Grande es Tu fidelidad!”. (Lamentaciones 3. 21 – 23)
La naturaleza humana se
encarga de evitar que entre la gente puedan existir la armonía y la paz. Todo
lo que nos interesa es lo que nos afecta directamente para bien o para mal.
Si buscamos una solución al
problema, lo haremos bajo un criterio de satisfacción estrictamente personal,
ignorando por completo las consecuencias que ello pueda traer sobre terceros.
Este egocentrismo, hijo del
orgullo, cuya semilla de cizaña logró el enemigo esparcir en el campo de trigo
de nuestro corazón, es el responsable de que nunca lleguemos a un acuerdo, de
que la paz nunca pueda ser permanente y de que sea tan difícil de amar a
nuestro prójimo.
Si en nuestra vida hay
conflictos, desacuerdos y falta de interés por el bienestar de los demás sobre
el nuestro propio, es porque esa semilla de cizaña ha logrado germinar y
mezclarse con el trigo de las virtudes y los talentos sembrados por el Señor.
Estemos siempre pendientes de
que la cizaña no se imponga sobre el trigo. Recordemos que la cizaña no será
cortada sino junto con el trigo cuando éste alcance su madurez. Si la cizaña
nos está causando problemas con el crecimiento del trigo, clamemos a nuestro Padre
para que nos ayude a transformar nuestros pensamientos de manera de que estemos
alineados con Su perfecto plan y no vivamos de acuerdo a nuestras egocéntricas
“necesidades”.
Por nuestras acciones
mereceríamos castigos severos, pero es allí en donde entra en acción la
misericordia de Dios, que no nos da el pago que merecemos, sino el que no nos
merecemos; ÉL siempre actuará con clemencia para con nosotros pues ÉL nos ama.
¡Qué bueno es saber que
tenemos Quien nos proteja del mal y nos brinde Su misericordia cada mañana!
Por lo tanto, así como Dios
ofrece misericordia a todo transgresor, también establece que todo aquel que
recibe misericordia, sea misericordioso: “Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5. 7)
Seamos sabios para conceder
gracia hoy, porque ninguno de nosotros sabe cuánta misericordia necesitaremos
mañana. Aprendamos a dar y a recibir misericordia. Así como nosotros
mismos recibimos este don de Dios, demos a otros este mismo regalo. Dejemos que
la misericordia sea un estilo de vida para nosotros.
Dios les bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario