UN MOMENTO CON DIOS
El dominio del temor
“Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento.” (Salmo 23. 4)
Varios años atrás, un circo de
televisión bien conocido desarrolló un acto que incluía tigres de bengala. El
acto se hacía en vivo delante de una gran audiencia. Una noche, el
entrenador entró en la jaula con varios tigres y la puerta fue cerrada de forma
rutinaria detrás de él. Las luces inundaban la jaula y las cámaras de
televisión se acercaban para que la audiencia pudiera ver cada detalle mientras
él, con habilidad, ponía a los tigres en el ritmo adecuado.
En medio de la actuación, pasó
lo peor: las luces se apagaron. Por casi treinta largos segundos, el
entrenador estuvo encerrado con los tigres en la oscuridad. Con su visión
nocturna superior, los tigres podían verlo, pero él no los veía a ellos.
Él sobrevivió. Cuando regresaron las luces, con calma terminó su
actuación.
Cuando le preguntaron al
entrenador cómo se sintió, él admitió que sintió un frío temor al principio,
pero luego -dijo-, él se dio cuenta de que, aunque él no podía ver a los
felinos, ellos no lo sabían. Él dijo: - "Solo continué sonando mi
látigo y hablándoles hasta que las luces regresaron. Ellos nunca supieron que
yo no los podía ver tan bien como ellos me veían a mí."
De la misma manera, hablemos a
los tigres del temor que parecen estar persiguiéndonos. ¡Ellos obedecerán nuestra
voz de fe!
“Aunque pase por el valle de
sombra de muerte, no temeré mal alguno porque tú estás conmigo; tu vara y tu
cayado me infunden aliento.”
Dios les bendiga
abundantemente.
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